Gabrielle Lillard
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Gabrielle Lillard
GABRIELLE LILLARD
Nombre: Gabrielle Ann Lillard
Raza: Vampiro
Edad: 50 años (Fue convertida a los 20 años)
Lugar de Orígen: New Orleans, Estados Unidos
Poderes: Puede absorber el dolor de otros y dejarles con una sensación de bienestar en su lugar. Puede comunicarse con los animales telepáticamente, especialmente con los lobos.
Avatar: Perséfone (personaje de las ilustraciones de Victoria Francés)
Gabrielle Ann Lillard era la única hija de un adinerado hombre de negocios y una soprano. No teniendo hermanos ni hermanas y con sus padres ocupados con los negocios o reuniones sociales, Gabrielle aprendió desde pequeña a estar sola y se refugiaba en los libros desde los 4 años, edad en que aprendió a leer. Adoraba aprender y era una excelente estudiante, teniendo las notas mas altas de su clase. Sin embargo, Gabrielle era una niña solitaria que se apartaba del resto de los niños con un perrito de peluche y algun libro de historias fantásticas.
Desde entonces gustaba también de estar en sitios oscuros y no muy concurridos por lo que sus padres tenían que buscarla en armarios o debajo de algún mueble lo suficientemente amplio para encontrarla. Así Gabrielle se convirtió en una chica seria y reservada que mantenía ante todo su amor por el conocimiento y el aprendizaje, quizá a modo de escudo por la poca habilidad social que tenía. Cuando comenzó la universidad sus padres le dieron su propio auto para que pudiera ir al campus y no tener que llevarla o recogerla, como de costumbre ellos no tenían tiempo para eso. Independiente y segura, La chica de tez blanca, ojos azules y cabello rizado comenzó la carrera de psicología pues le apasionaba el estudio de la conducta de las personas y quería comprenderlos... y quizá también a través de ello, comprenderse a si misma.
Fue entonces cuando por problemas laborales sus padres peleaban frecuentemente y su casa se había convertido en un frente de batalla. Así que prefería pasar las tardes después de la escuela en un lugar silencioso y tranquilo donde pudiera hacer sus tareas y seguir sumiéndose en sus novelas literarias. Por supuesto no había mejor lugar para ello que el cementerio de la ciudad. Lo frecuentó por mucho tiempo llegando al grado de hacerse amiga del velador y escuchar de el todas las historias sobre los funestos inquilinos.
Gabrielle tardó en percatarse de que un hombre que aparentaba una edad de 40 y pocos la observaba muy de cerca hasta que decidió presentarse. Su nombre era Armand y decía ser un escritor retirado, aunque a Gabrielle le parecía demasiado joven para haberse retirado ya. El interés de Gabrielle en la literatura llevó a Armand a tener conversaciones largas y tendidas con la chica, por lo que no tardaron en entablar una amistad que poco a poco adquirió confianza y profundidad. Gabrielle frecuentaba el cementerio con más avidez ahora que Armand estaba ahí para darle lecciones de todo tipo de temas, desde cultura antigua hasta excelentes avisos sobre psicología humana. Gabrielle lo miraba embelesada mientras el le explicaba tantas cosas como si el mismo las hubiese vivido. Cuando Armand decidió que Gabrielle estaba preparada para saber la verdad, el le reveló su naturaleza de vampiro. Esto sorprendió Gabrielle no por el hecho mismo de que Armand fuese un vampiro sino por haber acertado en su aventurada imaginación. Esta nueva información no alteró sin embargo el concepto que Gabrielle tenía de Armand por lo que siguieron viéndose y conversando.
Para cuando Gabrielle estuvo casi por terminar la universidad estaba cada vez más y más ansiosa por saber que haría con su vida y una idea no paraba de rondar por su mente. Quería ser vampiro, como Armand, para poder aprender todo lo que el conocía, para poder ver la vida a través del tiempo y poder viajar a donde quisiera. La vida como humana no tenía tanto que ofrecerle en comparación con todo el conocimiento y fuerza que podría adquirir si fuese vampiro, así que esa existencia mortal ya no tenía sentido para ella. Le planteó la idea a su mentor pero Armand había llegado a considerarla como a la hija que siempre deseó tener pero que la vida humana jamás le dio. Armand añoraba precisamente ese tipo de posibilidades humanas que Gabrielle no tendría si el aceptaba transformarla. Pero esta negación no convenció a Gabrielle.
Algun tiempo después, la persona en su familia a quien Gabrielle era más allegada falleció y la chica cayó en una tremenda depresión. Si anteriormente la vida humana carecía de sentido, ahora era un tormento total. Armand al verla en tal estado y después de que ella abandonara la casa de sus padres sin más que hacer ahí, accedió finalmente a transformarla. Quizá la vida humana si fuese ya lo suficientemente dolorosa para Gabrielle y ella realmente deseaba el cambio. La noche en que ella dejó la casa de sus padres Armand la encontró en el cementerio y la llevó a su residencia que no quedaba muy lejos de ahí. Le hizo las advertencias pertinentes y le recordó lo doloroso del proceso de transformación del que anteriormente le había hablado. Intentó disuadirla de su desición una vez más pero al encontrarse de nuevo con la determinación de la chica Armand procedió a transformarla.
Tres días después Armand comenzó a enseñarle todo cuanto necesitaba saber para adaptarse a su nueva vida de vampiro. Los primeros días fueron duros debido a la sed y los impulsos, pero tras la primera semana Gabrielle se adaptó y pudo comenzar a disfrutar otros aspectos de la vida de vampiro. Desde entonces Gabrielle permaneció al lado de Armand quien después de unos meses pudo detectar la habilidad de Gabrielle para comunicarse con los animales. Armand le había regalado uno de sus caballos y al ver la facilidad con la que se relacionaban pensó en averiguar si se trataba de mera coincidencia. Después se encontró con que los lobos del bosque caminaban al lado de la chica como fieles labradores e incluso uno de ellos había llegado a mostrarle los dientes a una serpiente que reptaba en dirección a ella.
Fue Gabrielle misma quien en sus raras convivencias con los círculos sociales de Armand se percató de su habilidad para absorber el dolor. Se dió cuenta de que podía percibir el sufrimiento de las personas con solo verlas y sentía satisfacción al ver que si se acercaba y les hablaba lograba absorber de alguna forma su energía negativa y verles marcharse con una sensación pacífica. Armand le enseñó a enfocar estos poderes y adaptarse para no ser evidente ante los humanos, permitiéndole ayudarles siempre que fuera posible sin que estos se dieran cuenta.
Recientemente Gabrielle y Armand se mudaron a Forks pues estaban en busca de un sitio mas pequeño que New Orleans para vivir. Ahí, Armand se relacionó con los vampiros locales (los cullen?) e hizo amistad con ellos. En Forks Armand tenía contactos en la biblioteca local y se convirtió en nuevo asociado, continuando con su labor de escritor más por hobbie que por cualquier otra cosa. Gabrielle por su parte había encontrado el lugar perfecto para ejercer su don respecto al dolor humano entre los adolescentes de la localidad y pudiendo ella perfectamente pasar por una chica de 18 años decidió inscribirse en el instituto donde aprende más sobre los humanos de lo que había aprendido en su vida como tal.
Desde entonces gustaba también de estar en sitios oscuros y no muy concurridos por lo que sus padres tenían que buscarla en armarios o debajo de algún mueble lo suficientemente amplio para encontrarla. Así Gabrielle se convirtió en una chica seria y reservada que mantenía ante todo su amor por el conocimiento y el aprendizaje, quizá a modo de escudo por la poca habilidad social que tenía. Cuando comenzó la universidad sus padres le dieron su propio auto para que pudiera ir al campus y no tener que llevarla o recogerla, como de costumbre ellos no tenían tiempo para eso. Independiente y segura, La chica de tez blanca, ojos azules y cabello rizado comenzó la carrera de psicología pues le apasionaba el estudio de la conducta de las personas y quería comprenderlos... y quizá también a través de ello, comprenderse a si misma.
Fue entonces cuando por problemas laborales sus padres peleaban frecuentemente y su casa se había convertido en un frente de batalla. Así que prefería pasar las tardes después de la escuela en un lugar silencioso y tranquilo donde pudiera hacer sus tareas y seguir sumiéndose en sus novelas literarias. Por supuesto no había mejor lugar para ello que el cementerio de la ciudad. Lo frecuentó por mucho tiempo llegando al grado de hacerse amiga del velador y escuchar de el todas las historias sobre los funestos inquilinos.
Gabrielle tardó en percatarse de que un hombre que aparentaba una edad de 40 y pocos la observaba muy de cerca hasta que decidió presentarse. Su nombre era Armand y decía ser un escritor retirado, aunque a Gabrielle le parecía demasiado joven para haberse retirado ya. El interés de Gabrielle en la literatura llevó a Armand a tener conversaciones largas y tendidas con la chica, por lo que no tardaron en entablar una amistad que poco a poco adquirió confianza y profundidad. Gabrielle frecuentaba el cementerio con más avidez ahora que Armand estaba ahí para darle lecciones de todo tipo de temas, desde cultura antigua hasta excelentes avisos sobre psicología humana. Gabrielle lo miraba embelesada mientras el le explicaba tantas cosas como si el mismo las hubiese vivido. Cuando Armand decidió que Gabrielle estaba preparada para saber la verdad, el le reveló su naturaleza de vampiro. Esto sorprendió Gabrielle no por el hecho mismo de que Armand fuese un vampiro sino por haber acertado en su aventurada imaginación. Esta nueva información no alteró sin embargo el concepto que Gabrielle tenía de Armand por lo que siguieron viéndose y conversando.
Para cuando Gabrielle estuvo casi por terminar la universidad estaba cada vez más y más ansiosa por saber que haría con su vida y una idea no paraba de rondar por su mente. Quería ser vampiro, como Armand, para poder aprender todo lo que el conocía, para poder ver la vida a través del tiempo y poder viajar a donde quisiera. La vida como humana no tenía tanto que ofrecerle en comparación con todo el conocimiento y fuerza que podría adquirir si fuese vampiro, así que esa existencia mortal ya no tenía sentido para ella. Le planteó la idea a su mentor pero Armand había llegado a considerarla como a la hija que siempre deseó tener pero que la vida humana jamás le dio. Armand añoraba precisamente ese tipo de posibilidades humanas que Gabrielle no tendría si el aceptaba transformarla. Pero esta negación no convenció a Gabrielle.
Algun tiempo después, la persona en su familia a quien Gabrielle era más allegada falleció y la chica cayó en una tremenda depresión. Si anteriormente la vida humana carecía de sentido, ahora era un tormento total. Armand al verla en tal estado y después de que ella abandonara la casa de sus padres sin más que hacer ahí, accedió finalmente a transformarla. Quizá la vida humana si fuese ya lo suficientemente dolorosa para Gabrielle y ella realmente deseaba el cambio. La noche en que ella dejó la casa de sus padres Armand la encontró en el cementerio y la llevó a su residencia que no quedaba muy lejos de ahí. Le hizo las advertencias pertinentes y le recordó lo doloroso del proceso de transformación del que anteriormente le había hablado. Intentó disuadirla de su desición una vez más pero al encontrarse de nuevo con la determinación de la chica Armand procedió a transformarla.
Tres días después Armand comenzó a enseñarle todo cuanto necesitaba saber para adaptarse a su nueva vida de vampiro. Los primeros días fueron duros debido a la sed y los impulsos, pero tras la primera semana Gabrielle se adaptó y pudo comenzar a disfrutar otros aspectos de la vida de vampiro. Desde entonces Gabrielle permaneció al lado de Armand quien después de unos meses pudo detectar la habilidad de Gabrielle para comunicarse con los animales. Armand le había regalado uno de sus caballos y al ver la facilidad con la que se relacionaban pensó en averiguar si se trataba de mera coincidencia. Después se encontró con que los lobos del bosque caminaban al lado de la chica como fieles labradores e incluso uno de ellos había llegado a mostrarle los dientes a una serpiente que reptaba en dirección a ella.
Fue Gabrielle misma quien en sus raras convivencias con los círculos sociales de Armand se percató de su habilidad para absorber el dolor. Se dió cuenta de que podía percibir el sufrimiento de las personas con solo verlas y sentía satisfacción al ver que si se acercaba y les hablaba lograba absorber de alguna forma su energía negativa y verles marcharse con una sensación pacífica. Armand le enseñó a enfocar estos poderes y adaptarse para no ser evidente ante los humanos, permitiéndole ayudarles siempre que fuera posible sin que estos se dieran cuenta.
Recientemente Gabrielle y Armand se mudaron a Forks pues estaban en busca de un sitio mas pequeño que New Orleans para vivir. Ahí, Armand se relacionó con los vampiros locales (los cullen?) e hizo amistad con ellos. En Forks Armand tenía contactos en la biblioteca local y se convirtió en nuevo asociado, continuando con su labor de escritor más por hobbie que por cualquier otra cosa. Gabrielle por su parte había encontrado el lugar perfecto para ejercer su don respecto al dolor humano entre los adolescentes de la localidad y pudiendo ella perfectamente pasar por una chica de 18 años decidió inscribirse en el instituto donde aprende más sobre los humanos de lo que había aprendido en su vida como tal.
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