Mi último Aliento
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Diane Abadie
Bella Swan
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Mi último Aliento
Bueno, este es el taaaan famoso fic que me tiene realmente obsesionada XD
Así que aqui se los dejo, si le gusta el primer capitulo, les cuelgo otros (:
Por cierto, no es mio.... ya quisiera, pero no u_u Es de una chica super cool xD que está inscrita en Crepúsculo Chile :B
Eso, aqui va:
Sumario: Cada crimen tiene una historia, cada secreto una verdad, cada elección tiene un precio. Cuando se trace la línea ¿de qué lado estarás? La línea que separa el bien del mal, lo justo de lo injusto, al cazador de su presa va a ser cruzada.
Espacio Temporal: Justo Después que Bella llega a la plaza a detener a Edward, Libro Luna Nueva. No creo que contenga Spoiler por que es alternativa.
Mi último Aliento
Volterra – Italia
Bella
Nos tenían uno frente al otro a una distancia corta pero para mi era enorme, sólo verlo atado con grilletes en sus muñecas era la escena más macabra jamás imaginada. Mi amado Edward permanecía impertérrito mirándome fijamente, tratando de controlar el terror que seguro estaba sintiendo, trataba de infundarme valor con sus miradas, pude ver que hacia un esfuerzo sobre humano para suavizar su expresión de tortura. Fue en ese minuto al contemplar la lúgubre habitación donde estábamos que me pregunte ¿Cómo habíamos llegado a esto?, analice nuestra situación por medio segundo, miré a mi alrededor y el panorama no era alentador.
Estábamos rodeados por vampiros, todos allí reunidos con un solo propósito ser ministros de fe, para mi tan solo eran convenientes testigos mirando como se ejecutaría la sentencia que habían impuestos los Volturis. ¿Unirse o morir? Había sido la pregunta hecha por Edward, y ahora estábamos conociendo la respuesta.
Mi cuerpo temblaba, al principio pensaba que era el acto reflejo o la consecuencia del terror que estaba sintiendo, después me percaté que hacia demasiado frío en aquella habitación, estaba congelándome, pero no debía preocuparme no moriría congelada eso era seguro. Miré aquellos ojos rojos como el fuego, estaban satisfechos, flameaban de orgullo, él me dedico una sonrisa de victoria. Yo había sido la causante de todo esto, y pagaría mi precio. La ley los reclama había dicho a su hermano.
Como hubiera deseado que hubiéramos evitado esta situación, como hubiera deseado no enamorarme de mi Edward, maldecía una y otra vez haberme cruzado en su camino, pero ya era demasiado tarde para arrepentimientos, tendría mi oportunidad de redimirme cuando el espectáculo comenzara. Aunque no sabía que estaban planeando, ver a mi amado atado me daba una pequeña idea, él sería testigo como los otros de mi muerte.
Ambos estábamos atados, yo en un mástil, él con cadenas al suelo, uno en cada lado, pero al centro de la habitación. Estábamos parados sobre un suelo de piedra, donde se dibujaba una circunferencia y al medio había una pequeña ventanilla parecida a un desagüe, con que objeto estaría puesta ahí me pregunte.
De pronto las vocecillas se acallaron, y vi como Jane, se acerco a mi a paso solemne, levanto su rostro angelical mirando a su maestro – nuestros verdugos – he hizo una pausa macabra, con aquellos labios voluptuosos y carmesí me dedico una sonrisa maquiavélica de aquellas que sólo una Volturi podría dar. Sus ojos flamearon alegría, y para cuando adivine sus intenciones fue demasiado tarde.
Vi como saco de entre sus prendas un objeto metálico, que resplandeció al contacto con la luz de la luna que se escabullía por las ventanas, mis ojos se abrieron expectantes mientras veía el objeto acercarse peligrosamente a mis brazos que permanecían atados sobre mi cabeza. El filo de la navaja destello en mis ojos, haciendo que por un momento tuviera que apartarlos de su contacto. En ese momento busque los ojos de Edward, aquellos líquidos y hermosos ojos dorados, como el oro. Y le pedí perdón con la mirada, si tan solo hubiera llegado unos minutos antes y lo hubiera detenido, esto no estaría pasando. Perdóname le gesticule y lagrimas comenzaron a caer de mis ojos, viajaron por mis mejillas y sentí como cayeron al suelo cuando terminaron de recorrerlo. Él negó con su cabeza sin quitarme la vista de encima, no había nada que perdonar.
Sentí como Jane se puso frente a mí de un ágil movimiento, sus ojos estaban frente a los míos, y denotaban el más amargo júbilo que nunca había visto antes. Rozo con sus dedos mi rostro, lo recorrió hasta llegar a mi cuello, aparto mis cabellos, y se acerco a mi oído donde susurro: Qué disfrutes la cena mi querido Edward… y luego se separo guiñándome el ojo. Trague saliva en un acto reflejo y desesperado, constante por fin que había llegado mi hora, hoy me convertiría en el verdugo de mi amado.
De pronto sentí un escozor y un frío que calo hondo en mi interior, sentí como mi piel se rasgaba al contacto de la navaja y como de la herida comenzaba a borbotear una tibia sustancia que corría por mis brazos, gire mi rostro a un costado para contemplar en todo su esplendor aquel rojo y exquisito líquido escurrir haciendo un camino por mi piel translucida. Fue entonces cuando con pánico supe las intenciones de Cayo, no sólo me mataría sino que haría que él lo hiciera. Todo tiene un precio mí querido Edward y tú vas a conocerlo en toda su magnificencia. Habían sido sus palabras al dictar su veredicto.
Todo comenzó a tener sentido, las imágenes se sucedían unas a otras, el rostro de mi amado Edward cuando me había conocido aquel día en el laboratorio de biología, su rostro de enojo y desesperación cuando me acerque hasta el pupitre para sentarme a su lado, sus continuos forcejeos, aquellos ojos negros mirándome como si quisiera devorarme. – Jamás había deseado tanto la sangre de un humano como la tuya… eres como una heroína para mí, eres perfectamente mi tipo de heroína – había dicho en más de una oportunidad, mi muerte sólo era detenida por su autocontrol, pero jamás había estado expuesto a mi sangre de esa manera. Ahora estaba frente mí, un sediento Edward, yo su amada bañada en sangre, la sangre más tentadora que él había olido en siglos. De pronto todas las piezas comenzaron a encajar en ese diabólico plan.
Mire sus ojos desesperada cuando sentí el otro corte, pero él permanecía con su cabeza agacha, cuando me sintió dar un gemido la levanto y pude ver sus facciones, eran las mismas de aquella vez, estaba luchando, mi amado Edward trataba de luchar por contener su sed. Al principio cuando habían pasado tantos días pensé que tal vez ellos se habían apiadado de nosotros, pero ahora entendía lo que estaban esperando, estaban esperando que él estuviera tan sediento, para presentarme a mi en bandeja de plata como su cena. Las relaciones entre humanos y vampiros no deben darse, mucho menos una relación tan fuerte como la de ellos. Había espetado Marco, durante nuestro juicio.
Vi con terror como las cadenas de sus brazos se aflojaron de tal manera que estaba completamente libre de abalanzarse sobre mí. Jane se acerco a Edward que permanecía en el suelo arrodillado. Vi como levanto su vista tomando de su pelo y tirando su cabeza hacía atrás – Que la disfrutes – le susurro acercando la navaja a su cara pero éste la empujo lejos aullando de una forma desgarradora.
- ¡No!
Corrió desesperado hasta las enormes puertas que custodiaban la salida de aquel lugar, y las golpeo una y otra vez pero estas no se abrieron. Había un silencio sepulcral en la habitación y levante mi vista a donde se encontraba Cayo, Marco y Aro mirando la ejecución - Por favor… detenlos - le suplique a Aro quien evito mi mirada y se retiro de la escena sin emitir palabra alguna, era el único que no estaba de acuerdo con nuestra ejecución.
Edward se giro a mirarme desesperado, trataba de mantenerse lejos de mí, tenia su espalda puesta contra la pared y sus manos le ayudaban a encontrar el camino mientras se deslizaba de un lado a otro como león enjaulado. Sus ojos estaban tan negros que incluso podía reflejarme en ellos. Traté de soltarme pero solo ayude a que la sangre saliera con más fuerza y más rápido. Tiré en un intento vano, pero no había manera que pudiera soltarme de aquellas cadenas, si seguía sangrando a ese ritmo moriría al cabo de unos pocos minutos más. Desangrada.
- ¡Por favor Cayo… no me hagas esto… no hemos hecho nada malo… te lo suplico!. Grito desesperado cayendo al suelo donde miro hacia las alturas y levanto sus manos.
- Debes elegir Edward, ella no puede permanecer como humano más tiempo… sabe demasiado… Puedes verla morir o convertirla. Tú eliges.
- ¡Sabes que no podré detenerme! gruño apretando sus dientes que se sintió como el golpe de dos rocas.
Hubo un breve momento de silencio que fue interrumpido por el latido frenético de mi corazón, mi respiración era pesada y comencé a sentir que no podía permanecer de pie por mucho más tiempo, de seguro era el efecto de la hemorragia. Estaba desangrándome, y no había nadie que pudiera detenerlo. De pronto enfoque desesperadamente mis ojos en él, empecé a pedir que levantará su vista para poder observarlo una vez más, ver aquellos hermosos ojos dorados que me habían cautivado, pero él permanecía con sus ojos cerrados, tenia su cabeza entre sus manos, estaba arrodillado como un niño pequeño, trataba de ocultarse, de ocultarse de lo que estaba sucediendo. Sabía que su autocontrol estaba a punto de terminar, estaba luchando con todas sus fuerzas por no acercarse a mi, pero por otro lado también quería terminar con esta agonía – Edward por favor – le suplique y mi voz se quebró, sólo había una alternativa y era él quien tenía la solución para parar mi sufrimiento, me estaba acercando peligrosamente a un punto sin retorno, uno del que ni él podría salvarme.
- Morirá si no lo haces. Instó Marco mirándolo expectante.
- ¡No puedo!… Bella… no podré detenerme… es demasiado… mi garganta quema demasiado… – comenzó a decirme a medida que se acercaba a mi, estaba perdiendo la batalla.
Mi instinto de supervivencia se activo y como en piloto automático, mis pies comenzaron a tratar de quitar mi cuerpo de mi predador. Sus ojos se hacían cada vez más negros, más profundos y cuando vi que su mirada se torno dura y fría, sus palabras se vinieron a mi mente: como si pudieras detenerme, como si pudieras escapar, como si pudieras tener alguna oportunidad, me había gritado en el claro al mostrarme lo que él era. Irónicamente estaba a punto de comprobar de primera mano de lo que mi amado Edward era capaz.
No alcance a pestañar cuando ya estaba frente a mi, pude ver que no era él, no era mi Edward quien estaba frente a mí, su mirada estaba perdida, inmersa en algo más, si apostaba todo lo que tenía que su mente y su espíritu estaba con el llamado de la sangre, ganaría de seguro. Él estaba con el liquido que corría como un río sin cause por mis brazos, se acerco a ellos y sentí como la olía, era como ver a un alcohólico disfruta el olor de su vaso antes de deleitarse con el contenido. Mi corazón comenzó a latir menos fuertes, y serena me rendí, acabaríamos como ellos lo habían planeado desde el principio.
Su aroma exquisito invadió mi sentido del olfato cuando se aproximo y sentí su halito cerca de mi boca. Sentí como sus labios rozaron mi cuello, como lo habían hecho cuando yo le había pedido que me convirtiera: Estas lista para morir. Me había dicho, yo había entregado mi cuello voluntariamente aquella noche, Aquí y ahora había preguntado dudosa que él fuera a cumplirme el deseo. Aja. Contesto él, pero en esa oportunidad solo conseguí su frío beso en mi cuello. Hoy conseguiría conocer el dolor que me inflingirían sus dientes cuando diseccionara mi piel como filosas navajas untando mantequilla. El final se aproximaba a pasos agigantados, sujeto mi cuello firmemente, no hubo duda ni cavilación estaba desesperadamente succionando mi sangre, cada gota, cada ultima parte de mi ser.
Cuando mi corazón se detuvo el quito su boca de mi cuello separándose, y mi cuerpo cayo pesado al suelo frente a sus pies, lo único que impedía que estuviera totalmente en el suelo eran las cadenas que me mantenían sujeta al mástil que había oficiado de prisión. Sus ojos ocres se tornaron de un color rojo intenso y entonces supe que él se había ido para siempre.
- ¡NO, EDWARD… NO! - Chillo histérica de entre la multitud Alice, quien era contenida por Demetri. ¿Cómo habíamos llegado a esto?, me pregunté
Así que aqui se los dejo, si le gusta el primer capitulo, les cuelgo otros (:
Por cierto, no es mio.... ya quisiera, pero no u_u Es de una chica super cool xD que está inscrita en Crepúsculo Chile :B
Eso, aqui va:
Sumario: Cada crimen tiene una historia, cada secreto una verdad, cada elección tiene un precio. Cuando se trace la línea ¿de qué lado estarás? La línea que separa el bien del mal, lo justo de lo injusto, al cazador de su presa va a ser cruzada.
Espacio Temporal: Justo Después que Bella llega a la plaza a detener a Edward, Libro Luna Nueva. No creo que contenga Spoiler por que es alternativa.
Mi último Aliento
Volterra – Italia
Bella
Nos tenían uno frente al otro a una distancia corta pero para mi era enorme, sólo verlo atado con grilletes en sus muñecas era la escena más macabra jamás imaginada. Mi amado Edward permanecía impertérrito mirándome fijamente, tratando de controlar el terror que seguro estaba sintiendo, trataba de infundarme valor con sus miradas, pude ver que hacia un esfuerzo sobre humano para suavizar su expresión de tortura. Fue en ese minuto al contemplar la lúgubre habitación donde estábamos que me pregunte ¿Cómo habíamos llegado a esto?, analice nuestra situación por medio segundo, miré a mi alrededor y el panorama no era alentador.
Estábamos rodeados por vampiros, todos allí reunidos con un solo propósito ser ministros de fe, para mi tan solo eran convenientes testigos mirando como se ejecutaría la sentencia que habían impuestos los Volturis. ¿Unirse o morir? Había sido la pregunta hecha por Edward, y ahora estábamos conociendo la respuesta.
Mi cuerpo temblaba, al principio pensaba que era el acto reflejo o la consecuencia del terror que estaba sintiendo, después me percaté que hacia demasiado frío en aquella habitación, estaba congelándome, pero no debía preocuparme no moriría congelada eso era seguro. Miré aquellos ojos rojos como el fuego, estaban satisfechos, flameaban de orgullo, él me dedico una sonrisa de victoria. Yo había sido la causante de todo esto, y pagaría mi precio. La ley los reclama había dicho a su hermano.
Como hubiera deseado que hubiéramos evitado esta situación, como hubiera deseado no enamorarme de mi Edward, maldecía una y otra vez haberme cruzado en su camino, pero ya era demasiado tarde para arrepentimientos, tendría mi oportunidad de redimirme cuando el espectáculo comenzara. Aunque no sabía que estaban planeando, ver a mi amado atado me daba una pequeña idea, él sería testigo como los otros de mi muerte.
Ambos estábamos atados, yo en un mástil, él con cadenas al suelo, uno en cada lado, pero al centro de la habitación. Estábamos parados sobre un suelo de piedra, donde se dibujaba una circunferencia y al medio había una pequeña ventanilla parecida a un desagüe, con que objeto estaría puesta ahí me pregunte.
De pronto las vocecillas se acallaron, y vi como Jane, se acerco a mi a paso solemne, levanto su rostro angelical mirando a su maestro – nuestros verdugos – he hizo una pausa macabra, con aquellos labios voluptuosos y carmesí me dedico una sonrisa maquiavélica de aquellas que sólo una Volturi podría dar. Sus ojos flamearon alegría, y para cuando adivine sus intenciones fue demasiado tarde.
Vi como saco de entre sus prendas un objeto metálico, que resplandeció al contacto con la luz de la luna que se escabullía por las ventanas, mis ojos se abrieron expectantes mientras veía el objeto acercarse peligrosamente a mis brazos que permanecían atados sobre mi cabeza. El filo de la navaja destello en mis ojos, haciendo que por un momento tuviera que apartarlos de su contacto. En ese momento busque los ojos de Edward, aquellos líquidos y hermosos ojos dorados, como el oro. Y le pedí perdón con la mirada, si tan solo hubiera llegado unos minutos antes y lo hubiera detenido, esto no estaría pasando. Perdóname le gesticule y lagrimas comenzaron a caer de mis ojos, viajaron por mis mejillas y sentí como cayeron al suelo cuando terminaron de recorrerlo. Él negó con su cabeza sin quitarme la vista de encima, no había nada que perdonar.
Sentí como Jane se puso frente a mí de un ágil movimiento, sus ojos estaban frente a los míos, y denotaban el más amargo júbilo que nunca había visto antes. Rozo con sus dedos mi rostro, lo recorrió hasta llegar a mi cuello, aparto mis cabellos, y se acerco a mi oído donde susurro: Qué disfrutes la cena mi querido Edward… y luego se separo guiñándome el ojo. Trague saliva en un acto reflejo y desesperado, constante por fin que había llegado mi hora, hoy me convertiría en el verdugo de mi amado.
De pronto sentí un escozor y un frío que calo hondo en mi interior, sentí como mi piel se rasgaba al contacto de la navaja y como de la herida comenzaba a borbotear una tibia sustancia que corría por mis brazos, gire mi rostro a un costado para contemplar en todo su esplendor aquel rojo y exquisito líquido escurrir haciendo un camino por mi piel translucida. Fue entonces cuando con pánico supe las intenciones de Cayo, no sólo me mataría sino que haría que él lo hiciera. Todo tiene un precio mí querido Edward y tú vas a conocerlo en toda su magnificencia. Habían sido sus palabras al dictar su veredicto.
Todo comenzó a tener sentido, las imágenes se sucedían unas a otras, el rostro de mi amado Edward cuando me había conocido aquel día en el laboratorio de biología, su rostro de enojo y desesperación cuando me acerque hasta el pupitre para sentarme a su lado, sus continuos forcejeos, aquellos ojos negros mirándome como si quisiera devorarme. – Jamás había deseado tanto la sangre de un humano como la tuya… eres como una heroína para mí, eres perfectamente mi tipo de heroína – había dicho en más de una oportunidad, mi muerte sólo era detenida por su autocontrol, pero jamás había estado expuesto a mi sangre de esa manera. Ahora estaba frente mí, un sediento Edward, yo su amada bañada en sangre, la sangre más tentadora que él había olido en siglos. De pronto todas las piezas comenzaron a encajar en ese diabólico plan.
Mire sus ojos desesperada cuando sentí el otro corte, pero él permanecía con su cabeza agacha, cuando me sintió dar un gemido la levanto y pude ver sus facciones, eran las mismas de aquella vez, estaba luchando, mi amado Edward trataba de luchar por contener su sed. Al principio cuando habían pasado tantos días pensé que tal vez ellos se habían apiadado de nosotros, pero ahora entendía lo que estaban esperando, estaban esperando que él estuviera tan sediento, para presentarme a mi en bandeja de plata como su cena. Las relaciones entre humanos y vampiros no deben darse, mucho menos una relación tan fuerte como la de ellos. Había espetado Marco, durante nuestro juicio.
Vi con terror como las cadenas de sus brazos se aflojaron de tal manera que estaba completamente libre de abalanzarse sobre mí. Jane se acerco a Edward que permanecía en el suelo arrodillado. Vi como levanto su vista tomando de su pelo y tirando su cabeza hacía atrás – Que la disfrutes – le susurro acercando la navaja a su cara pero éste la empujo lejos aullando de una forma desgarradora.
- ¡No!
Corrió desesperado hasta las enormes puertas que custodiaban la salida de aquel lugar, y las golpeo una y otra vez pero estas no se abrieron. Había un silencio sepulcral en la habitación y levante mi vista a donde se encontraba Cayo, Marco y Aro mirando la ejecución - Por favor… detenlos - le suplique a Aro quien evito mi mirada y se retiro de la escena sin emitir palabra alguna, era el único que no estaba de acuerdo con nuestra ejecución.
Edward se giro a mirarme desesperado, trataba de mantenerse lejos de mí, tenia su espalda puesta contra la pared y sus manos le ayudaban a encontrar el camino mientras se deslizaba de un lado a otro como león enjaulado. Sus ojos estaban tan negros que incluso podía reflejarme en ellos. Traté de soltarme pero solo ayude a que la sangre saliera con más fuerza y más rápido. Tiré en un intento vano, pero no había manera que pudiera soltarme de aquellas cadenas, si seguía sangrando a ese ritmo moriría al cabo de unos pocos minutos más. Desangrada.
- ¡Por favor Cayo… no me hagas esto… no hemos hecho nada malo… te lo suplico!. Grito desesperado cayendo al suelo donde miro hacia las alturas y levanto sus manos.
- Debes elegir Edward, ella no puede permanecer como humano más tiempo… sabe demasiado… Puedes verla morir o convertirla. Tú eliges.
- ¡Sabes que no podré detenerme! gruño apretando sus dientes que se sintió como el golpe de dos rocas.
Hubo un breve momento de silencio que fue interrumpido por el latido frenético de mi corazón, mi respiración era pesada y comencé a sentir que no podía permanecer de pie por mucho más tiempo, de seguro era el efecto de la hemorragia. Estaba desangrándome, y no había nadie que pudiera detenerlo. De pronto enfoque desesperadamente mis ojos en él, empecé a pedir que levantará su vista para poder observarlo una vez más, ver aquellos hermosos ojos dorados que me habían cautivado, pero él permanecía con sus ojos cerrados, tenia su cabeza entre sus manos, estaba arrodillado como un niño pequeño, trataba de ocultarse, de ocultarse de lo que estaba sucediendo. Sabía que su autocontrol estaba a punto de terminar, estaba luchando con todas sus fuerzas por no acercarse a mi, pero por otro lado también quería terminar con esta agonía – Edward por favor – le suplique y mi voz se quebró, sólo había una alternativa y era él quien tenía la solución para parar mi sufrimiento, me estaba acercando peligrosamente a un punto sin retorno, uno del que ni él podría salvarme.
- Morirá si no lo haces. Instó Marco mirándolo expectante.
- ¡No puedo!… Bella… no podré detenerme… es demasiado… mi garganta quema demasiado… – comenzó a decirme a medida que se acercaba a mi, estaba perdiendo la batalla.
Mi instinto de supervivencia se activo y como en piloto automático, mis pies comenzaron a tratar de quitar mi cuerpo de mi predador. Sus ojos se hacían cada vez más negros, más profundos y cuando vi que su mirada se torno dura y fría, sus palabras se vinieron a mi mente: como si pudieras detenerme, como si pudieras escapar, como si pudieras tener alguna oportunidad, me había gritado en el claro al mostrarme lo que él era. Irónicamente estaba a punto de comprobar de primera mano de lo que mi amado Edward era capaz.
No alcance a pestañar cuando ya estaba frente a mi, pude ver que no era él, no era mi Edward quien estaba frente a mí, su mirada estaba perdida, inmersa en algo más, si apostaba todo lo que tenía que su mente y su espíritu estaba con el llamado de la sangre, ganaría de seguro. Él estaba con el liquido que corría como un río sin cause por mis brazos, se acerco a ellos y sentí como la olía, era como ver a un alcohólico disfruta el olor de su vaso antes de deleitarse con el contenido. Mi corazón comenzó a latir menos fuertes, y serena me rendí, acabaríamos como ellos lo habían planeado desde el principio.
Su aroma exquisito invadió mi sentido del olfato cuando se aproximo y sentí su halito cerca de mi boca. Sentí como sus labios rozaron mi cuello, como lo habían hecho cuando yo le había pedido que me convirtiera: Estas lista para morir. Me había dicho, yo había entregado mi cuello voluntariamente aquella noche, Aquí y ahora había preguntado dudosa que él fuera a cumplirme el deseo. Aja. Contesto él, pero en esa oportunidad solo conseguí su frío beso en mi cuello. Hoy conseguiría conocer el dolor que me inflingirían sus dientes cuando diseccionara mi piel como filosas navajas untando mantequilla. El final se aproximaba a pasos agigantados, sujeto mi cuello firmemente, no hubo duda ni cavilación estaba desesperadamente succionando mi sangre, cada gota, cada ultima parte de mi ser.
Cuando mi corazón se detuvo el quito su boca de mi cuello separándose, y mi cuerpo cayo pesado al suelo frente a sus pies, lo único que impedía que estuviera totalmente en el suelo eran las cadenas que me mantenían sujeta al mástil que había oficiado de prisión. Sus ojos ocres se tornaron de un color rojo intenso y entonces supe que él se había ido para siempre.
- ¡NO, EDWARD… NO! - Chillo histérica de entre la multitud Alice, quien era contenida por Demetri. ¿Cómo habíamos llegado a esto?, me pregunté
Bella Swan- Cantidad de envíos : 3741
Edad : 31
Localización : adsadalandia
Fecha de inscripción : 02/02/2009
Re: Mi último Aliento
anda bells!!!es genial!!!
sube lo demas please please!!!!! ahhh kiero ver ke pasa!!!
sube lo demas please please!!!!! ahhh kiero ver ke pasa!!!
Berenice Townsend- Cantidad de envíos : 4665
Edad : 33
Localización : México, D.F.
Fecha de inscripción : 02/03/2009
Re: Mi último Aliento
Ya, aunqe sean dos posts no más que me pidieron subir.. me di el aliento (chan xd) de subir el proximo capitulo ^-^ A mi me encanta el fic, aqui sigue:
Capítulo Uno: Pienso que estoy ahogándome, asfixiándome. Y quiero quebrar el hechizo que has creado en mí.
Ocho Meses Antes.
Edward
No podía sacarme de la cabeza aquella fatídica noche en Forks ocho meses atrás, la noche en que todo se había derrumbado, sin piedad las imágenes se sucedían una tras otra, era como si hubiera sido ayer cuando veía la sangre en su dedo, de pronto los ojos enfebrecidos y hambrientos de Jasper sobre ella y todo mi mundo derrumbarse como una torre de naipes, en cuestión de segundos. La decisión de dejarla ir, aquella maldita decisión estaba ahogándome de la manera más torcida que jamás había imaginado y era cada día mas difícil de manejar, particularmente hoy la idea de dejar todo e ir por ella rondaba mi mente como un maleficio del que no podía escapar, sin duda estaba a punto de perder mi batalla personal entre la razón y el corazón para mantener la promesa que le había hecho: Será como si nunca hubiera existido. Pero se lo debía, ese era el precio por haber osado enamorarme de Bella.
Estaba comenzando a odiar Alaska, a pesar que era una de las mejores ciudades en las que habíamos permanecido en la última década, sin contar Forks por supuesto, no podía conseguir tener algo de paz. Una vez más como lo habíamos hecho por tantos años, estábamos montando nuestro espectáculo, sentados en una cafetería repleta de estudiantes quinceañeros, fingiendo que éramos los raros de la escuela. Pero debía ser así mientras más jóvenes empezáramos en algún lugar, más tiempo podríamos permanecer en aquel. El constante cosquilleo de los susurros parecían cada vez menos interesantes pero no podía lograr evitar que alguno pasara la barrera que ponía para mantenerlos lejos de mi mente, deslizaba mi vista entre todos aquellos humanos ensimismados en sus propios mundos de forma distraída, cuando su voz retumbo en mi mente, un hábito formado con la costumbre, Alice prefería hablarme con el pensamiento para mantener a raya los comentarios de desaprobación del resto de la familia en especial de Rosalie, sin duda ella era distinta, estábamos sufriendo ambos, pero claro a nuestra manera, Alice había perdido a una amiga yo al amor de mi existencia.
- ¿Quieres que la vea? – me preguntó sin quitarme la vista de encima, en su mirada había una chispa de entusiasmo esperando mi respuesta pero esta se apago cuando yo sacudí mi cabeza en negación.
Su expresión cambio, un tejo de enojo y otro tanto de frustración embargaron su hermosa y delicada cara, me hizo una mueca y giro su vista hacia el infinito. Perfecto, había logrado hacer enojar a la única persona en la faz de la tierra que compartía en parte conmigo aquel dolor tan grande. Suspiré y me alce sobre la mesa, se había acabo la hora del espectáculo, jamás había sido un actor y mucho menos quería mantenerme actuando como si nada cuando en verdad lo único que deseaba era morir, pero de verdad, poder descansar de su encanto. Tome la bandeja y camine como un zombie hasta el basurero. Tire intacta la fruta que había cogido como parte de la farsa en la que se había convertido nuestra existencia, estaba ahí mirando los restos de comida cuando me pregunté hasta cuándo lo soportaría, hasta cuándo mantendría esta actitud pesarosa, hasta cuándo me haría el valiente, hasta cuándo negaría lo innegable.
Apenas entre a la casa, arroje mis pertenencias en el sofá, mi vista se fijo en el piano puesto en la sala, necesitaba desahogarme, necesitaba expresar lo que sentía era como un veneno que recorría mis venas, aquellos ojos chocolates latían en mi mente, enfermizamente no podía olvidar su voz
- ¿Me amas?
Me había preguntando mirándome directo sin vacilación, desangraba mi corazón el haberle mentido de la manera más canalla que jamás alguien podría haberlo hecho, la había dejado sola en un bosque, y no había mirado atrás.
Mis dedos comenzaron a deslizarse por las teclas, tocando acordes gruesos, toscos, tristes, sin darme cuenta estaba en un estado de éxtasis tocando y tocando sin detenerme, la culpa embargaba todo mi ser
- Tu no me convienes…
Le había dicho, continuado así en mi macabro plan, alterando el orden de mis palabras, como había podido hacerle eso a ella, a la única persona que se había interesado en mí, en quien yo era realmente. Y no me había detenido en dejarla sola, en romper la promesa que le había hecho en Phoenix, había sacado todo mis recuerdos, le había quitado el regalo que había compuesto para ella, las fotografías que había tomado, como podía hacerle eso a la criatura que amaba. Era un monstruo y de los peores pensé enterrando mis dedos en las teclas y luego arrojando por la ventana el atril que mantenía abierto el cuaderno de composición.
- Edward ¿qué sucede? Me pregunto Esme mirándome con evidente preocupación en la voz.
Yo solo caí al suelo arrodillado y enterré mi cabeza en mis manos, sentí como ella se acerco y me consoló, como una madre, era increíble el cariño que Esme nos tenía a todos, la manera en que cuidaba de todos nosotros, y yo podía haber tenido una criatura así a mi lado. Podría estar hoy feliz con mi amada Bella, pero en vez de eso había sido cobarde y había permitido que la duda superara a la valentía. Había tomado la decisión más fácil, la más corta, alejarla de mí en vez de pelear por mantenerme a su lado.
Habían pasado horas de mi pequeña escena junto al piano, estaba en mi habitación sumergido en el infinito, sentado en el sofá mirando por los enormes ventanales, la verdad no sé que buscaba en aquel infinito, pero permanecer así ensimismado me daba un poco de tregua en mi sufrimiento. Estaba distraído cuando sentí que Alice entro a la habitación.
- No quise parecer insensible a la hora de almuerzo.
Me comenzó a decir a modo de disculpas, mientras se acercaba y se sentaba cerca de mí, extendió sus brazos y yo automáticamente puse mi cabeza en su regazo, ella comenzó acariciar mi pelo mientras yo cerraba mis ojos ante el contacto.
- No puedo seguir haciéndole más daño, ese es el motivo Alice, debemos alejarnos de ella, debo cumplir mi promesa.
Le dije tratando de parecer convincente.
- Te das cuenta que ni tu mismo te crees lo que dices.
Me reclamo suspirando.
Hubo un breve silencio y batalle por no pedirle que la viera, juro que quise evitar que mi dulce hermana hurgara en su futuro, o que siquiera me dijera algo, pero no pude evitar los recuerdos, recordé su sonrisa, sus ojos chocolates, su piel translucida, lo torpe que era y eso último saco una sonrisa de mi rostro, el olor de su sangre, tan embriagador, tan mortiferamente exquisito para mis sentidos y supe que había perdido la batalla.
Me levante y miré a mi dulce y alondrada Alice y no pude acallar la chispa que ella vio en mis ojos. Sonrió cómplicemente y cerró sus ojos como en un ritual, no pude evitar lo siguiente y a través de sus ojos mirar a mi dulce y amada Bella, lo que estaba viviendo ahora era la recompensa a tanto sufrimiento.
Pero nada, ni siquiera esas largas horas de agonía, me habían preparado para constatar lo que vi, no así. Verla sonriendo de la forma en la que la vi, desgarraba aún más mi corazón, ella después de todo era feliz sin mí.
Mientras las imágenes se sucedían unas a otras me percate de un detalle, tal vez para escapar al dolor que causaban estas, me fije que las visiones de Alice eran demasiado borrosas para ser un futuro cierto, pero lejos lo que me llamo más la atención fue aquella mancha blanca que siempre la rondaba, parecía ser alguien pero no se distinguía quien. De pronto su mente se puso en negro y Alice se levanto estrepitosamente de mi lado.
- ¡Demonios!
Reclamo poniéndose sus finos y blancos dedos en la cien, masajeando como si tuviera un dolor inmenso.
- ¿Qué?
Pregunte impaciente temiendo lo peor.
- No puedo verla, al menos no tan claramente como antes, es frustrante Edward.
Me explico arrugando su nariz
– No lo entiendo, por qué no puedo verla
Agrego tratando de buscar en su mente algún indicio del error o de lo que estaba interfiriendo en su don. Pero yo estaba con aquellas imágenes que había alcanzado a ver, aquellas imágenes de Bella sonriendo de la forma más contagiosa posible, y de la cual no había sido testigo
Ella era feliz, me repetía una y otra vez en mi mente mientras permanecía en la penumbra de aquel bosque, estaba sentado sobre el pasto tapado por la nieve, cerca de un risco, contemplando el amanecer, estupefacto por las perfectas líneas que el sol hacia entre las nubes del cielo. No me percate que tenía compañía hasta que se sentó a mi lado.
- Esme me contó de tu incidente hace un rato.
Me dijo con voz acongojada, sin duda estaba arrastrando a toda mi familia en esto, al ver los ojos de Carlisle supe que no era el único que sufría por mi decisión.
- No volverá a suceder.
Le dije mientras volvía mi vista al horizonte.
- Huir de la forma en que lo haces, negar lo que todo tu ser grita no es la solución Edward, de pronto una eternidad puede ser demasiado para vivirla de la manera en que pretendes hacerlo.
Reflexiono mirando también él al horizonte. Yo lo miré y ver sus facciones de tranquilidad y resignación me hicieron replantearme la situación
– Se que has elegido y que tu ser le pertenece a ella, pero tal vez, considerando que tu elección es mantenerte alejado, deberías empezar a considerar otras opciones. Bella no estará sola para siempre, tal vez es tiempo que tú mires a tu alrededor, se de alguien que estará encantado con que tu le des una oportunidad.
Me hizo ver mientras ponía su mano en mi hombro dándome consuelo, uno que no tendría, como iba a explicarle que no me importaba que ella fuera feliz, que yo deseaba que ella fuera feliz aún cuando yo jamás volviera a serlo. Mi felicidad se había quedado con ella, al igual que mi corazón.
Cuando entre a la casa y vi a la familia de Eleazar en la sala de estar, entendí el porque de las palabras de Carlisle. Salude como si nada y me mantuve ausente por casi toda la estadía de nuestras visitas, estaba ahí físicamente pero no mentalmente, hasta que de pronto, mientras Tanya conversaba con Rosalie, comencé a mirarla y no podía convencerme que ella hubiera puesto sus ojos en mí. Pensar que ella tal vez sentía lo mismo que yo por mi amada Bella me hacia sentir, lejos de alagado, el ser mas despreciable en el planeta, no solo ponía en riesgo a Bella con mi existencia, sino que además partía el corazón de Tanya. Y pensar que la vida es ya lo suficientemente complicada sin adicionarle males del corazón ¿cuándo se vive eternamente, por qué se hace? Me pregunte a mi mismo mientras observaba inquieto su pelo rubio ondulado, su perfecta piel, y de pronto, vi la razón en las palabras de Carlisle, tal vez debía darle una oportunidad.
- ¿Edward qué tanto miras en nuestra invitada?
Capítulo Uno: Pienso que estoy ahogándome, asfixiándome. Y quiero quebrar el hechizo que has creado en mí.
Ocho Meses Antes.
Edward
No podía sacarme de la cabeza aquella fatídica noche en Forks ocho meses atrás, la noche en que todo se había derrumbado, sin piedad las imágenes se sucedían una tras otra, era como si hubiera sido ayer cuando veía la sangre en su dedo, de pronto los ojos enfebrecidos y hambrientos de Jasper sobre ella y todo mi mundo derrumbarse como una torre de naipes, en cuestión de segundos. La decisión de dejarla ir, aquella maldita decisión estaba ahogándome de la manera más torcida que jamás había imaginado y era cada día mas difícil de manejar, particularmente hoy la idea de dejar todo e ir por ella rondaba mi mente como un maleficio del que no podía escapar, sin duda estaba a punto de perder mi batalla personal entre la razón y el corazón para mantener la promesa que le había hecho: Será como si nunca hubiera existido. Pero se lo debía, ese era el precio por haber osado enamorarme de Bella.
Estaba comenzando a odiar Alaska, a pesar que era una de las mejores ciudades en las que habíamos permanecido en la última década, sin contar Forks por supuesto, no podía conseguir tener algo de paz. Una vez más como lo habíamos hecho por tantos años, estábamos montando nuestro espectáculo, sentados en una cafetería repleta de estudiantes quinceañeros, fingiendo que éramos los raros de la escuela. Pero debía ser así mientras más jóvenes empezáramos en algún lugar, más tiempo podríamos permanecer en aquel. El constante cosquilleo de los susurros parecían cada vez menos interesantes pero no podía lograr evitar que alguno pasara la barrera que ponía para mantenerlos lejos de mi mente, deslizaba mi vista entre todos aquellos humanos ensimismados en sus propios mundos de forma distraída, cuando su voz retumbo en mi mente, un hábito formado con la costumbre, Alice prefería hablarme con el pensamiento para mantener a raya los comentarios de desaprobación del resto de la familia en especial de Rosalie, sin duda ella era distinta, estábamos sufriendo ambos, pero claro a nuestra manera, Alice había perdido a una amiga yo al amor de mi existencia.
- ¿Quieres que la vea? – me preguntó sin quitarme la vista de encima, en su mirada había una chispa de entusiasmo esperando mi respuesta pero esta se apago cuando yo sacudí mi cabeza en negación.
Su expresión cambio, un tejo de enojo y otro tanto de frustración embargaron su hermosa y delicada cara, me hizo una mueca y giro su vista hacia el infinito. Perfecto, había logrado hacer enojar a la única persona en la faz de la tierra que compartía en parte conmigo aquel dolor tan grande. Suspiré y me alce sobre la mesa, se había acabo la hora del espectáculo, jamás había sido un actor y mucho menos quería mantenerme actuando como si nada cuando en verdad lo único que deseaba era morir, pero de verdad, poder descansar de su encanto. Tome la bandeja y camine como un zombie hasta el basurero. Tire intacta la fruta que había cogido como parte de la farsa en la que se había convertido nuestra existencia, estaba ahí mirando los restos de comida cuando me pregunté hasta cuándo lo soportaría, hasta cuándo mantendría esta actitud pesarosa, hasta cuándo me haría el valiente, hasta cuándo negaría lo innegable.
Apenas entre a la casa, arroje mis pertenencias en el sofá, mi vista se fijo en el piano puesto en la sala, necesitaba desahogarme, necesitaba expresar lo que sentía era como un veneno que recorría mis venas, aquellos ojos chocolates latían en mi mente, enfermizamente no podía olvidar su voz
- ¿Me amas?
Me había preguntando mirándome directo sin vacilación, desangraba mi corazón el haberle mentido de la manera más canalla que jamás alguien podría haberlo hecho, la había dejado sola en un bosque, y no había mirado atrás.
Mis dedos comenzaron a deslizarse por las teclas, tocando acordes gruesos, toscos, tristes, sin darme cuenta estaba en un estado de éxtasis tocando y tocando sin detenerme, la culpa embargaba todo mi ser
- Tu no me convienes…
Le había dicho, continuado así en mi macabro plan, alterando el orden de mis palabras, como había podido hacerle eso a ella, a la única persona que se había interesado en mí, en quien yo era realmente. Y no me había detenido en dejarla sola, en romper la promesa que le había hecho en Phoenix, había sacado todo mis recuerdos, le había quitado el regalo que había compuesto para ella, las fotografías que había tomado, como podía hacerle eso a la criatura que amaba. Era un monstruo y de los peores pensé enterrando mis dedos en las teclas y luego arrojando por la ventana el atril que mantenía abierto el cuaderno de composición.
- Edward ¿qué sucede? Me pregunto Esme mirándome con evidente preocupación en la voz.
Yo solo caí al suelo arrodillado y enterré mi cabeza en mis manos, sentí como ella se acerco y me consoló, como una madre, era increíble el cariño que Esme nos tenía a todos, la manera en que cuidaba de todos nosotros, y yo podía haber tenido una criatura así a mi lado. Podría estar hoy feliz con mi amada Bella, pero en vez de eso había sido cobarde y había permitido que la duda superara a la valentía. Había tomado la decisión más fácil, la más corta, alejarla de mí en vez de pelear por mantenerme a su lado.
Habían pasado horas de mi pequeña escena junto al piano, estaba en mi habitación sumergido en el infinito, sentado en el sofá mirando por los enormes ventanales, la verdad no sé que buscaba en aquel infinito, pero permanecer así ensimismado me daba un poco de tregua en mi sufrimiento. Estaba distraído cuando sentí que Alice entro a la habitación.
- No quise parecer insensible a la hora de almuerzo.
Me comenzó a decir a modo de disculpas, mientras se acercaba y se sentaba cerca de mí, extendió sus brazos y yo automáticamente puse mi cabeza en su regazo, ella comenzó acariciar mi pelo mientras yo cerraba mis ojos ante el contacto.
- No puedo seguir haciéndole más daño, ese es el motivo Alice, debemos alejarnos de ella, debo cumplir mi promesa.
Le dije tratando de parecer convincente.
- Te das cuenta que ni tu mismo te crees lo que dices.
Me reclamo suspirando.
Hubo un breve silencio y batalle por no pedirle que la viera, juro que quise evitar que mi dulce hermana hurgara en su futuro, o que siquiera me dijera algo, pero no pude evitar los recuerdos, recordé su sonrisa, sus ojos chocolates, su piel translucida, lo torpe que era y eso último saco una sonrisa de mi rostro, el olor de su sangre, tan embriagador, tan mortiferamente exquisito para mis sentidos y supe que había perdido la batalla.
Me levante y miré a mi dulce y alondrada Alice y no pude acallar la chispa que ella vio en mis ojos. Sonrió cómplicemente y cerró sus ojos como en un ritual, no pude evitar lo siguiente y a través de sus ojos mirar a mi dulce y amada Bella, lo que estaba viviendo ahora era la recompensa a tanto sufrimiento.
Pero nada, ni siquiera esas largas horas de agonía, me habían preparado para constatar lo que vi, no así. Verla sonriendo de la forma en la que la vi, desgarraba aún más mi corazón, ella después de todo era feliz sin mí.
Mientras las imágenes se sucedían unas a otras me percate de un detalle, tal vez para escapar al dolor que causaban estas, me fije que las visiones de Alice eran demasiado borrosas para ser un futuro cierto, pero lejos lo que me llamo más la atención fue aquella mancha blanca que siempre la rondaba, parecía ser alguien pero no se distinguía quien. De pronto su mente se puso en negro y Alice se levanto estrepitosamente de mi lado.
- ¡Demonios!
Reclamo poniéndose sus finos y blancos dedos en la cien, masajeando como si tuviera un dolor inmenso.
- ¿Qué?
Pregunte impaciente temiendo lo peor.
- No puedo verla, al menos no tan claramente como antes, es frustrante Edward.
Me explico arrugando su nariz
– No lo entiendo, por qué no puedo verla
Agrego tratando de buscar en su mente algún indicio del error o de lo que estaba interfiriendo en su don. Pero yo estaba con aquellas imágenes que había alcanzado a ver, aquellas imágenes de Bella sonriendo de la forma más contagiosa posible, y de la cual no había sido testigo
Ella era feliz, me repetía una y otra vez en mi mente mientras permanecía en la penumbra de aquel bosque, estaba sentado sobre el pasto tapado por la nieve, cerca de un risco, contemplando el amanecer, estupefacto por las perfectas líneas que el sol hacia entre las nubes del cielo. No me percate que tenía compañía hasta que se sentó a mi lado.
- Esme me contó de tu incidente hace un rato.
Me dijo con voz acongojada, sin duda estaba arrastrando a toda mi familia en esto, al ver los ojos de Carlisle supe que no era el único que sufría por mi decisión.
- No volverá a suceder.
Le dije mientras volvía mi vista al horizonte.
- Huir de la forma en que lo haces, negar lo que todo tu ser grita no es la solución Edward, de pronto una eternidad puede ser demasiado para vivirla de la manera en que pretendes hacerlo.
Reflexiono mirando también él al horizonte. Yo lo miré y ver sus facciones de tranquilidad y resignación me hicieron replantearme la situación
– Se que has elegido y que tu ser le pertenece a ella, pero tal vez, considerando que tu elección es mantenerte alejado, deberías empezar a considerar otras opciones. Bella no estará sola para siempre, tal vez es tiempo que tú mires a tu alrededor, se de alguien que estará encantado con que tu le des una oportunidad.
Me hizo ver mientras ponía su mano en mi hombro dándome consuelo, uno que no tendría, como iba a explicarle que no me importaba que ella fuera feliz, que yo deseaba que ella fuera feliz aún cuando yo jamás volviera a serlo. Mi felicidad se había quedado con ella, al igual que mi corazón.
Cuando entre a la casa y vi a la familia de Eleazar en la sala de estar, entendí el porque de las palabras de Carlisle. Salude como si nada y me mantuve ausente por casi toda la estadía de nuestras visitas, estaba ahí físicamente pero no mentalmente, hasta que de pronto, mientras Tanya conversaba con Rosalie, comencé a mirarla y no podía convencerme que ella hubiera puesto sus ojos en mí. Pensar que ella tal vez sentía lo mismo que yo por mi amada Bella me hacia sentir, lejos de alagado, el ser mas despreciable en el planeta, no solo ponía en riesgo a Bella con mi existencia, sino que además partía el corazón de Tanya. Y pensar que la vida es ya lo suficientemente complicada sin adicionarle males del corazón ¿cuándo se vive eternamente, por qué se hace? Me pregunte a mi mismo mientras observaba inquieto su pelo rubio ondulado, su perfecta piel, y de pronto, vi la razón en las palabras de Carlisle, tal vez debía darle una oportunidad.
- ¿Edward qué tanto miras en nuestra invitada?
Bella Swan- Cantidad de envíos : 3741
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Re: Mi último Aliento
wow!!!! O_O
esta super padre, no terdes en actualizar
esta super padre, no terdes en actualizar
Blair Waldorf- Cantidad de envíos : 844
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Re: Mi último Aliento
No me alcanzó todo u_u aqui está lo otro:
Me pregunto de repente Rosalie con la risa dibujada en la cara, y yo me quede atónito, de pronto sentí pánico frente a la posibilidad que no hubiera sido solo Rosalie la que se había dado cuenta, sino que ella también. Al mirar al resto de mi familia y a la familia de Tanya, entendí que todos se habían percatado de mi insiste mirada. Estaba yo mirando a todos sin emitir palabra alguna, y fue Carlisle quien tosió tratando de sacarme el habla con ese gesto.
- ¿Yo? Nada.. nada… en realidad no estaba mirando nada… ¿Por qué?.
Articule difícilmente mientras me levantaba del sofá, de pronto quise que la tierra se abriera y me tragará. Muerto de vergüenza miré de reojo a Tanya, quien me sonrío evidentemente incomoda por los comentarios de mi suspicaz hermana. Permanecimos así unos segundos, que para mi fueron eternos, hasta que Alice llego en mi auxilio.
- No seas ridicula Rosalie, todos sabemos que los pensamientos de Edward están muy lejos de aquí, su corazón ya tiene dueña.
Su comentario fue sarcástico y mordaz, directamente hacia Rosalie, esta la fulmino con la mirada y Alice solo le dedico una sonrisa satisfecha. De pronto el ambiente se volvió tenso, demasiado, y considere que era mejor salir de la ecuación recién formada. Me levante y le acaricie el rostro a Alice, la miré aliviado y le susurre mientras me alejaba de aquella incomoda situación.
- Gracias.
Fue todo lo que dije mientras me alejaba, subí las escaleras lentamente analizando la situación vivida en la sala, ver las miradas de Eleazar y Carmen sorprendidas por el comentario de Alice y por mi evidente atención en Tanya no eran precisamente las que me hubiera gustado ver. Con razón si yo estaba considerando acercarme a Tanya de una manera distinta, iba a romper la barrera que había creado años atrás e iba a dar ilusiones a un corazón enamorado. Pensé que tal vez no sería lo correcto y me acarrearía más que una solución un problema.
Me recosté en el sofá puesto en mi habitación y me quede de espaldas mirando al techo con los pies colgando. Estaba ahí recordando su risa, aquella risa que había visto antes, aquellos hermosos ojos Chocolates, y la vi como un fantasma, pude verla dibujada en el techo, con los colores más vivos que hubiera podido imaginar. Pero mis pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Rosalie, que sonaba ansiosa pero demasiada fuerte y evidente considerando que la ventana de mi pieza daba justo al patio, donde ella mantenía su improvisada platica. Me levante y agudice mi oído, lo ultimo que quería era que ella me viera husmear desde mi ventana.
- No seas tonta, no prestes atención a la fastidiosa de mi hermana… simplemente acércate, háblale al menos
Le insistía Rosalie a Tanya que se veía indecisa.
- No Rosalie, tal vez es mejor darle espacio, no creo que tu hermano me quiera revoloteando a su alrededor.
Le hizo ver ésta a Rosalie que la miraba atónita por la forma de pensar, claro ella cuando quería algo, iba directo sin cavilación aunque eso significará hostigar.
- Mira si quieres que Edward se interese en ti, es mejor que lo hagas ahora, créeme a un corazón roto lo sana otro.
Le insistió pero Tanya se mantenía en su posición.
- No quiero que él solo ponga sus ojos en mí porque está desesperado.
- Tú te lo pierdes, pero si no lo haces ahora, perderás para siempre, eso puedo jurártelo.
Y en cierta medida Rosalie tenía razón, porque si hubiera una posibilidad aunque fuera minúscula de que yo pudiera estar con Bella, ella jamás tendría oportunidad conmigo. Me quede pensando por unos largos minutos, y cuando sentí que Rosalie se fue decidí que era hora de probar, probar si podía continuar mi vida como lo había hecho ella.
- Hola
Le dije tímidamente mientras aparecía de entre las sombras, me senté junto a ella en la terraza de nuestra casa.
- Hola
Me respondió, su voz era nerviosa y no pudo evitar mirar el suelo.
- Te debo una disculpa, no quise parecer raro halla dentro hace algunos minutos.
Comencé a explicarle a modo de disculpas, mire también al suelo buscando la manera sutil de seguir una conversación, hice una pausa hilando las oraciones en mi mente y continúe.
- Se que no he sido muy amable, los últimos meses, pero realmente siento haber sido grosero contigo cuando llegamos acá, Eleazar, Carmen y tú han sido muy generosos al ayudarnos a instalarnos aquí, pero quiero decirte que la impresión que te he causado es muy distante a como de verdad soy yo.
Trataba que ella viera mi punto de vista en la situación, claro sin entrar en grandes detalles, pero que al menos supiera que no era un mal educado, simplemente que, mi corazón sangraba por un amor prohibido. Ella se acerco a mi y me miró por unos momentos, observando mis ojos, examinando tal vez si estos eran sinceros, levanto su mano y la puso debajo de mi barbilla, la comisura de sus labios se curvo y me dio una sonrisa, de pronto esa sonrisa era tan familiar, era la misma sonrisa de mi amada Bella y no pude contenerme, me acerque y la bese en los labios.
Sin darme cuenta estaba desesperadamente besándola, pero no era a ella a quien besaba, en mi mente tenía la imagen de mi adorada Bella, su rostro tan luminoso, su piel translucida, aquellos grandes y expresivos ojos Chocolates. Cuando rompí el beso y miré a Tanya, entendí que era demasiado injusto para ella, me quede observándola por unos minutos, ella tenia su boca rosada, producto del beso que yo le había dado, su pecho respiraba agitado, y podría jurar que estaba tan o más sorprendida que yo, he iba a huir, cuando sentí sus manos sobre las mías.
- No te estoy pidiendo que me ames como la amas a ella, simplemente te estoy pidiendo una oportunidad de lograr que tu existencia no sea un infierno.
Me fijo serena y suave. Ella estaba dispuesta a tratar de hacerme olvidar a mi amada Bella, se conformaría con migajas de cariño, uno que jamás se compararía al que sentía por mi adorada Bella. Me quede pasmado mirándola.
- No creo que sea justo para tí
Le discutí mientras ella me sonreía, lo que me parecía macabro y bizarro considerando su oferta
- Déjame decidir eso a mí Edward.
Fue su respuesta mientras ella se acercaba, ahora ella era la que me besaba, con tanta pasión que podría sobrecoger a cualquiera. Ella me amaba, era paradójica la situación, ella me amaba y yo no, bella me amaba y yo le había hecho creer que no, yo amaba a bella pero ella era feliz sin mí, yo era desdichado sin ella. Me acerque a Tanya y la abrace en un intento de llenar mi mente y espíritu de aquel amor que ella estaba ofreciéndome. A un corazón roto lo sana otro, pensé mientras trataba de quitar los recuerdos de Bella de mi mente y de mi alma.
Me pregunto de repente Rosalie con la risa dibujada en la cara, y yo me quede atónito, de pronto sentí pánico frente a la posibilidad que no hubiera sido solo Rosalie la que se había dado cuenta, sino que ella también. Al mirar al resto de mi familia y a la familia de Tanya, entendí que todos se habían percatado de mi insiste mirada. Estaba yo mirando a todos sin emitir palabra alguna, y fue Carlisle quien tosió tratando de sacarme el habla con ese gesto.
- ¿Yo? Nada.. nada… en realidad no estaba mirando nada… ¿Por qué?.
Articule difícilmente mientras me levantaba del sofá, de pronto quise que la tierra se abriera y me tragará. Muerto de vergüenza miré de reojo a Tanya, quien me sonrío evidentemente incomoda por los comentarios de mi suspicaz hermana. Permanecimos así unos segundos, que para mi fueron eternos, hasta que Alice llego en mi auxilio.
- No seas ridicula Rosalie, todos sabemos que los pensamientos de Edward están muy lejos de aquí, su corazón ya tiene dueña.
Su comentario fue sarcástico y mordaz, directamente hacia Rosalie, esta la fulmino con la mirada y Alice solo le dedico una sonrisa satisfecha. De pronto el ambiente se volvió tenso, demasiado, y considere que era mejor salir de la ecuación recién formada. Me levante y le acaricie el rostro a Alice, la miré aliviado y le susurre mientras me alejaba de aquella incomoda situación.
- Gracias.
Fue todo lo que dije mientras me alejaba, subí las escaleras lentamente analizando la situación vivida en la sala, ver las miradas de Eleazar y Carmen sorprendidas por el comentario de Alice y por mi evidente atención en Tanya no eran precisamente las que me hubiera gustado ver. Con razón si yo estaba considerando acercarme a Tanya de una manera distinta, iba a romper la barrera que había creado años atrás e iba a dar ilusiones a un corazón enamorado. Pensé que tal vez no sería lo correcto y me acarrearía más que una solución un problema.
Me recosté en el sofá puesto en mi habitación y me quede de espaldas mirando al techo con los pies colgando. Estaba ahí recordando su risa, aquella risa que había visto antes, aquellos hermosos ojos Chocolates, y la vi como un fantasma, pude verla dibujada en el techo, con los colores más vivos que hubiera podido imaginar. Pero mis pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Rosalie, que sonaba ansiosa pero demasiada fuerte y evidente considerando que la ventana de mi pieza daba justo al patio, donde ella mantenía su improvisada platica. Me levante y agudice mi oído, lo ultimo que quería era que ella me viera husmear desde mi ventana.
- No seas tonta, no prestes atención a la fastidiosa de mi hermana… simplemente acércate, háblale al menos
Le insistía Rosalie a Tanya que se veía indecisa.
- No Rosalie, tal vez es mejor darle espacio, no creo que tu hermano me quiera revoloteando a su alrededor.
Le hizo ver ésta a Rosalie que la miraba atónita por la forma de pensar, claro ella cuando quería algo, iba directo sin cavilación aunque eso significará hostigar.
- Mira si quieres que Edward se interese en ti, es mejor que lo hagas ahora, créeme a un corazón roto lo sana otro.
Le insistió pero Tanya se mantenía en su posición.
- No quiero que él solo ponga sus ojos en mí porque está desesperado.
- Tú te lo pierdes, pero si no lo haces ahora, perderás para siempre, eso puedo jurártelo.
Y en cierta medida Rosalie tenía razón, porque si hubiera una posibilidad aunque fuera minúscula de que yo pudiera estar con Bella, ella jamás tendría oportunidad conmigo. Me quede pensando por unos largos minutos, y cuando sentí que Rosalie se fue decidí que era hora de probar, probar si podía continuar mi vida como lo había hecho ella.
- Hola
Le dije tímidamente mientras aparecía de entre las sombras, me senté junto a ella en la terraza de nuestra casa.
- Hola
Me respondió, su voz era nerviosa y no pudo evitar mirar el suelo.
- Te debo una disculpa, no quise parecer raro halla dentro hace algunos minutos.
Comencé a explicarle a modo de disculpas, mire también al suelo buscando la manera sutil de seguir una conversación, hice una pausa hilando las oraciones en mi mente y continúe.
- Se que no he sido muy amable, los últimos meses, pero realmente siento haber sido grosero contigo cuando llegamos acá, Eleazar, Carmen y tú han sido muy generosos al ayudarnos a instalarnos aquí, pero quiero decirte que la impresión que te he causado es muy distante a como de verdad soy yo.
Trataba que ella viera mi punto de vista en la situación, claro sin entrar en grandes detalles, pero que al menos supiera que no era un mal educado, simplemente que, mi corazón sangraba por un amor prohibido. Ella se acerco a mi y me miró por unos momentos, observando mis ojos, examinando tal vez si estos eran sinceros, levanto su mano y la puso debajo de mi barbilla, la comisura de sus labios se curvo y me dio una sonrisa, de pronto esa sonrisa era tan familiar, era la misma sonrisa de mi amada Bella y no pude contenerme, me acerque y la bese en los labios.
Sin darme cuenta estaba desesperadamente besándola, pero no era a ella a quien besaba, en mi mente tenía la imagen de mi adorada Bella, su rostro tan luminoso, su piel translucida, aquellos grandes y expresivos ojos Chocolates. Cuando rompí el beso y miré a Tanya, entendí que era demasiado injusto para ella, me quede observándola por unos minutos, ella tenia su boca rosada, producto del beso que yo le había dado, su pecho respiraba agitado, y podría jurar que estaba tan o más sorprendida que yo, he iba a huir, cuando sentí sus manos sobre las mías.
- No te estoy pidiendo que me ames como la amas a ella, simplemente te estoy pidiendo una oportunidad de lograr que tu existencia no sea un infierno.
Me fijo serena y suave. Ella estaba dispuesta a tratar de hacerme olvidar a mi amada Bella, se conformaría con migajas de cariño, uno que jamás se compararía al que sentía por mi adorada Bella. Me quede pasmado mirándola.
- No creo que sea justo para tí
Le discutí mientras ella me sonreía, lo que me parecía macabro y bizarro considerando su oferta
- Déjame decidir eso a mí Edward.
Fue su respuesta mientras ella se acercaba, ahora ella era la que me besaba, con tanta pasión que podría sobrecoger a cualquiera. Ella me amaba, era paradójica la situación, ella me amaba y yo no, bella me amaba y yo le había hecho creer que no, yo amaba a bella pero ella era feliz sin mí, yo era desdichado sin ella. Me acerque a Tanya y la abrace en un intento de llenar mi mente y espíritu de aquel amor que ella estaba ofreciéndome. A un corazón roto lo sana otro, pensé mientras trataba de quitar los recuerdos de Bella de mi mente y de mi alma.
Bella Swan- Cantidad de envíos : 3741
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Re: Mi último Aliento
Aqui les pongo otro, no me resistí xD
Capitulo Dos:
Enterrarlo, no te dejare enterrarlo, ni sofocarlo, ni asesinarlo.
Nuestro tiempo esta corriendo, y no podrás ponerlo bajo tierra, no podrás parar de gritarlo en voz alta.
Edward
Mientras observaba a Tanya a la lejos, no podía sacarme de mi mente a Bella, ella inundaba mi mente y corazón de forma embriagadora. Estaba ahí parado frente a Tanya, sosteniendo su mano y ella estaba esperando una respuesta. Pero que iba a decirle, que respuesta iba a darle, sus ojos topacios se encontraron con los míos, y pude ver que a ella no le importaba que yo siguiera amando a aquella humana que había dejado atrás en Forks, simplemente quería tenerme a su lado, aunque fuera a la mitad. Pero yo no podía hacerle algo así a nadie, entregar migajas de cariño, de pronto el recuerdo de la risa feliz de Bella en la visión de Alice se me vino a la mente, y cerré mis ojos separándome de Tanya.
Esta me miró confusa, si quería darle una oportunidad a Tanya, primero debía verla una última vez más, debía estar seguro que ella era feliz sin mí.
- Lo siento Tanya… pero debo hacer algo primero.
Fue lo que le dije mientras corría al interior de la casa y sin darme cuenta estaba en mi habitación tomando mi billetera y una mochila. Necesitaba ver a Bella una última vez, para cerrar esta herida sangrante e intentarlo con ella. Ser honesto no sólo Bella, sino con Tanya pero por sobre todo conmigo mismo. Iba camino a las escaleras cuando del umbral de la puerta del cuarto de Alice su voz me detuvo.
- Me prohíbes verla pero tú puedes visitarla.
Escupió molesta mientras me daba una mirada furtiva. Alice permanecía inmóvil, tenia sus manos entrelazadas cerca de su pecho bajo su barbilla, como tratando de contenerse.
- Necesito comprobar que ella es feliz, que tus visiones son ciertas, qué ella esta bien.
Le conteste sus ojos dorados adquirieron un brillo especial, estaba luchando por no mostrar emociones respecto a mi actitud. Pero lo cierto es que no sabía que tan fuerte podía ser estando frente a ella, podría contenerme de no mostrarme, de no tomarla en mi brazos y pedirle perdón cuando estuviera cerca de ella, ahondando así más la herida que había causado hace meses atrás.
- Si quieres puedes venir conmigo.
Le ofrecí tratando de dar una cierta justicia, sabía que ella moría de ganas de correr a los brazos de su amiga. Me miró por largos minutos y luego se giró hacia el interior del cuarto.
- Una ruptura limpia, lo recuerdas.
Me dijo y su voz era fría y seca. La vi cerrar la puerta de su habitación sin siquiera mirarme. Fue extraño oírla decir aquello. Aquel día ella había querido despedirse de Bella, y yo había insistido que era mejor si sólo lo hacía yo, sería menos doloroso, seria una ruptura limpia había dicho. Estaba cosechando lo que había sembrado yo mismo comprobé. Era irónico, esas palabras ahora estaban volviéndose contra mí. Estaba teniendo mi merecido por haber sido el más desleal de los hombres.
Baje las escaleras sin detenerme, no quería dar explicaciones a nadie, menos a Esme quien de seguro volvería a sufrir por mi ausencia. Por un par de segundos sostuve una discusión interna mientras contemplaba mi auto. Conducía o tomaba un avión, las ventajas del auto era de poder ir a mi antojo, pero por otro lado, si veían mi Volvo en Forks, los rumores de que los Cullen habían vuelto llegarían a oídos de Bella y mi plan de mantenerme alejado de ella fracasaría. Era mejor tomar el avión.
Cuando llegue al aeropuerto, camine a paso seguro pero extrañamente lento, cuando por fin llegue al mostrador, vacile un par de minutos en decirle a la vendedora que tenía frente a mí lo que deseaba. Acaso estaba haciendo lo correcto, era justo volver, después que yo mismo me había auto marginado de aquel lugar. Era justo para Bella que me viera, era justo que no lo hiciera.
- ¿Puedo ayudarlo en algo?.
Me pregunto la señorita frente a mí y la miré sin decirle nada, aún estaba debatiendo en mi interior. Pero no tenia que ser justo para nadie, nada es justo o injusto completamente, todo tiene matices pensé. Saque de mi billetera la tarjeta de crédito.
- Un boleto para Forks, por favor.
Cuando llegue a Forks, el clima hacía presagiar el resultado de mi estadía, estaba lloviznando, sonreí al sentir las gotitas salpicar mi cara cuando miré al cielo. Pensé que un auto que no llamará la atención sería lo mejor, nada ostentoso, nada llamativo, mi elección fue un Ford Taurus, negro. Sonreí al recordar cuanto odiaba Bella los autos lujosos. Aceleré a toda prisa cuando estuve dentro, como si fuera a llegar tarde a algún lado, no pude evitar dirigirme a la casa de ella. Sin darme cuenta y sin planearlo, estaba ahí en la esquina a unos cuantos metros de su casa, contemplando la vivienda. Una parte de mi albergaba la posibilidad que ella estuviera ahí, pero no fue así.
Me embargo la tristeza el mirar hacia su ventana, inevitablemente los recuerdos se vinieron a mi mente de las noches en que solía meterme a hurtadillas para verla dormir. Aún no se había hecho de noche, y tan pronto vi el coche patrulla de su padre acercarse, me di cuenta que no era seguro que estuviera estacionado en pleno día, alguien podría identificarme, incluso el mismo Charlie. Por lo que puse el auto en marcha y decidí que era mejor refugiarme en nuestra antigua casa hasta que fuera de noche, y pudiera volver a venir, para verla.
Maneje sin dificultad hasta el conocido camino, aunque la maleza estaba estropeándolo, no era difícil reconocerlo, al menos no para mí. Estacione el auto dentro del Garaje y lo cerré, no quería que alguien se diera cuenta que había alguien en la casa.
Entre a la casa, y no pude evitar recordar aquel fatídico día cuando miré el piano, empuñe mi mano y trate de olvidar aquellos recuerdos tan amargos, pero era prácticamente imposible. Estaba en eso, subiendo las escaleras para ir a mi viejo cuarto, cuando sentí el ruido estrepitoso del motor de su viejo camión y no pude evitar quedarme petrificado a los pies de la escalera.
- Ella esta aquí.
Susurre mirando atónito al infinito y me apegue a la muralla casi por instinto. Me quede ahí pasmado. No podía moverme, no podía siquiera coordinar las ideas.
De pronto la idea de que no alcanzará a verla me embargo el corazón y me moví sigilosamente hasta el ventanal de la casa, y entre las cortinas y las tablas que demostraban que la casa estaba vacía, la observe, mi corazón muerto se desgarró al verla nuevamente. Y de nuevo mi mente fue inundada por sus recuerdos, inconcientemente y llevado por la ansiedad levante mi mano para apoyarla contra el cristal como una forma de poder tocarla a la distancia, pero la detuve cuando me percaté que ella iba a acercarse a la casa, me quede observándola y pronto la expresión de su rostro cambio. Estaba asustada, aterrada, me había visto pensé en pánico, vi como corrió hacia su vehiculo, tropezándose un par de ocasiones antes de llegar a su objetivo y tan rápido como llego se fue.
- Bella
Dije con un hilo de voz y caí al suelo sin quitar mi vista del ventanal, pero ella ya no estaba ahí se había ido.
Luche con todas mis fuerzas por no ir a visitarla aquella noche, me subía y bajaba del maldito auto veinte mil veces, incluso llegaba a encenderlo y luego apagaba el contacto. Me pase las manos por la cara tratando de quitar los fantasmas y los deseos, pero el olor de su sangre era más fuerte, estaba reclamándome, aquella esencia tan exquisita, la tenia impregnada en mi nariz como si la hubiera olido ayer, era desesperante. Hasta que al final pudo más aquella esencia, aquella desesperación que mi sentido común.
Acelere a fondo y en pocos segundos ya estaba afuera de la casa de Bella, era tarde, pude escuchar a su padre dormido. Era la señal que necesitaba para subir por la ventana, como lo había hecho tantas veces. Estacione el automóvil unos metros lejos, tratando de ocultarlo por sí Charlie se despertaba y también para no llamar la atención de nadie.
Y trepe sigilosamente, la ventana estaba entreabierta, lentamente la abrí más para poder entrar y su olor me golpeo de una forma brusca, estar lejos de ella por tanto tiempo había logrado sus efectos. Mis ojos se tornaron negros y de pronto quise abalanzarme sobre ella y morderla. Verla tan frágil, tan humana hacía aún más difícil mi intensión de mantenerme lejos de ella.
Suspire y retuve mi respiración al menos mientras estuviera ahí, su olor era demasiado para mi autocontrol. Comprobar que aún hablaba dormida me hizo sonreír, una chispa de ilusión se prendió en mis ojos haciendo que estos volvieran al topacio habitual. Me quede contemplando su cuerpo, sus piernas, sus manos, verla dormir podía apaciguar cualquier sentimiento de culpa, rabia o dolor.
De pronto se quito todo aquel sufrimiento de mi mente, estaba con ella, tenia a Bella a mi lado. Sin darme cuenta estaba a pocos centímetros de su cuerpo, de su piel calida, y levante mi mano sin control, pero un movimiento brusco de su parte, me recordó que yo no estaba ahí para hacerla sufrir, estaba ahí para cerrar la etapa, me despediría de mi amada Bella para siempre.
La contemple esperanzado de oír en sus sueños mi nombre, de escuchar un indicio de que ella aun me recordaba, no quería asumir que la mente de los humanos funciona distinto, qué me hacía pensar que ella no iba a olvidar tan dolorosa situación por la que yo la había hecho pasar al dejarla sola en el bosque reflexioné.
Pero no conseguí nada, mi esperanza murió cuando llego el amanecer y ella no había pronunciado ni una palabra de pena, sufrimiento o congoja, la mire por última vez e iba a salir por la ventana cuando sentí que balbuceo algo, al principio no era entendible, pero a medida que repetía su voz se hizo más claro.
- Jacob… Jake… no te vayas por favor.
Y mi corazón pareció sumirse en el más profundo abismo, de pronto las imágenes de Alice, aquella mancha blanca… y abrí mis ojos como plato cuando encaje las piezas. Ella era feliz a su lado, ella era feliz con él. Había logrado lo que me había propuesto, Ella era feliz con otro, con Jacob Black.
Capitulo Dos:
Enterrarlo, no te dejare enterrarlo, ni sofocarlo, ni asesinarlo.
Nuestro tiempo esta corriendo, y no podrás ponerlo bajo tierra, no podrás parar de gritarlo en voz alta.
Edward
Mientras observaba a Tanya a la lejos, no podía sacarme de mi mente a Bella, ella inundaba mi mente y corazón de forma embriagadora. Estaba ahí parado frente a Tanya, sosteniendo su mano y ella estaba esperando una respuesta. Pero que iba a decirle, que respuesta iba a darle, sus ojos topacios se encontraron con los míos, y pude ver que a ella no le importaba que yo siguiera amando a aquella humana que había dejado atrás en Forks, simplemente quería tenerme a su lado, aunque fuera a la mitad. Pero yo no podía hacerle algo así a nadie, entregar migajas de cariño, de pronto el recuerdo de la risa feliz de Bella en la visión de Alice se me vino a la mente, y cerré mis ojos separándome de Tanya.
Esta me miró confusa, si quería darle una oportunidad a Tanya, primero debía verla una última vez más, debía estar seguro que ella era feliz sin mí.
- Lo siento Tanya… pero debo hacer algo primero.
Fue lo que le dije mientras corría al interior de la casa y sin darme cuenta estaba en mi habitación tomando mi billetera y una mochila. Necesitaba ver a Bella una última vez, para cerrar esta herida sangrante e intentarlo con ella. Ser honesto no sólo Bella, sino con Tanya pero por sobre todo conmigo mismo. Iba camino a las escaleras cuando del umbral de la puerta del cuarto de Alice su voz me detuvo.
- Me prohíbes verla pero tú puedes visitarla.
Escupió molesta mientras me daba una mirada furtiva. Alice permanecía inmóvil, tenia sus manos entrelazadas cerca de su pecho bajo su barbilla, como tratando de contenerse.
- Necesito comprobar que ella es feliz, que tus visiones son ciertas, qué ella esta bien.
Le conteste sus ojos dorados adquirieron un brillo especial, estaba luchando por no mostrar emociones respecto a mi actitud. Pero lo cierto es que no sabía que tan fuerte podía ser estando frente a ella, podría contenerme de no mostrarme, de no tomarla en mi brazos y pedirle perdón cuando estuviera cerca de ella, ahondando así más la herida que había causado hace meses atrás.
- Si quieres puedes venir conmigo.
Le ofrecí tratando de dar una cierta justicia, sabía que ella moría de ganas de correr a los brazos de su amiga. Me miró por largos minutos y luego se giró hacia el interior del cuarto.
- Una ruptura limpia, lo recuerdas.
Me dijo y su voz era fría y seca. La vi cerrar la puerta de su habitación sin siquiera mirarme. Fue extraño oírla decir aquello. Aquel día ella había querido despedirse de Bella, y yo había insistido que era mejor si sólo lo hacía yo, sería menos doloroso, seria una ruptura limpia había dicho. Estaba cosechando lo que había sembrado yo mismo comprobé. Era irónico, esas palabras ahora estaban volviéndose contra mí. Estaba teniendo mi merecido por haber sido el más desleal de los hombres.
Baje las escaleras sin detenerme, no quería dar explicaciones a nadie, menos a Esme quien de seguro volvería a sufrir por mi ausencia. Por un par de segundos sostuve una discusión interna mientras contemplaba mi auto. Conducía o tomaba un avión, las ventajas del auto era de poder ir a mi antojo, pero por otro lado, si veían mi Volvo en Forks, los rumores de que los Cullen habían vuelto llegarían a oídos de Bella y mi plan de mantenerme alejado de ella fracasaría. Era mejor tomar el avión.
Cuando llegue al aeropuerto, camine a paso seguro pero extrañamente lento, cuando por fin llegue al mostrador, vacile un par de minutos en decirle a la vendedora que tenía frente a mí lo que deseaba. Acaso estaba haciendo lo correcto, era justo volver, después que yo mismo me había auto marginado de aquel lugar. Era justo para Bella que me viera, era justo que no lo hiciera.
- ¿Puedo ayudarlo en algo?.
Me pregunto la señorita frente a mí y la miré sin decirle nada, aún estaba debatiendo en mi interior. Pero no tenia que ser justo para nadie, nada es justo o injusto completamente, todo tiene matices pensé. Saque de mi billetera la tarjeta de crédito.
- Un boleto para Forks, por favor.
Cuando llegue a Forks, el clima hacía presagiar el resultado de mi estadía, estaba lloviznando, sonreí al sentir las gotitas salpicar mi cara cuando miré al cielo. Pensé que un auto que no llamará la atención sería lo mejor, nada ostentoso, nada llamativo, mi elección fue un Ford Taurus, negro. Sonreí al recordar cuanto odiaba Bella los autos lujosos. Aceleré a toda prisa cuando estuve dentro, como si fuera a llegar tarde a algún lado, no pude evitar dirigirme a la casa de ella. Sin darme cuenta y sin planearlo, estaba ahí en la esquina a unos cuantos metros de su casa, contemplando la vivienda. Una parte de mi albergaba la posibilidad que ella estuviera ahí, pero no fue así.
Me embargo la tristeza el mirar hacia su ventana, inevitablemente los recuerdos se vinieron a mi mente de las noches en que solía meterme a hurtadillas para verla dormir. Aún no se había hecho de noche, y tan pronto vi el coche patrulla de su padre acercarse, me di cuenta que no era seguro que estuviera estacionado en pleno día, alguien podría identificarme, incluso el mismo Charlie. Por lo que puse el auto en marcha y decidí que era mejor refugiarme en nuestra antigua casa hasta que fuera de noche, y pudiera volver a venir, para verla.
Maneje sin dificultad hasta el conocido camino, aunque la maleza estaba estropeándolo, no era difícil reconocerlo, al menos no para mí. Estacione el auto dentro del Garaje y lo cerré, no quería que alguien se diera cuenta que había alguien en la casa.
Entre a la casa, y no pude evitar recordar aquel fatídico día cuando miré el piano, empuñe mi mano y trate de olvidar aquellos recuerdos tan amargos, pero era prácticamente imposible. Estaba en eso, subiendo las escaleras para ir a mi viejo cuarto, cuando sentí el ruido estrepitoso del motor de su viejo camión y no pude evitar quedarme petrificado a los pies de la escalera.
- Ella esta aquí.
Susurre mirando atónito al infinito y me apegue a la muralla casi por instinto. Me quede ahí pasmado. No podía moverme, no podía siquiera coordinar las ideas.
De pronto la idea de que no alcanzará a verla me embargo el corazón y me moví sigilosamente hasta el ventanal de la casa, y entre las cortinas y las tablas que demostraban que la casa estaba vacía, la observe, mi corazón muerto se desgarró al verla nuevamente. Y de nuevo mi mente fue inundada por sus recuerdos, inconcientemente y llevado por la ansiedad levante mi mano para apoyarla contra el cristal como una forma de poder tocarla a la distancia, pero la detuve cuando me percaté que ella iba a acercarse a la casa, me quede observándola y pronto la expresión de su rostro cambio. Estaba asustada, aterrada, me había visto pensé en pánico, vi como corrió hacia su vehiculo, tropezándose un par de ocasiones antes de llegar a su objetivo y tan rápido como llego se fue.
- Bella
Dije con un hilo de voz y caí al suelo sin quitar mi vista del ventanal, pero ella ya no estaba ahí se había ido.
Luche con todas mis fuerzas por no ir a visitarla aquella noche, me subía y bajaba del maldito auto veinte mil veces, incluso llegaba a encenderlo y luego apagaba el contacto. Me pase las manos por la cara tratando de quitar los fantasmas y los deseos, pero el olor de su sangre era más fuerte, estaba reclamándome, aquella esencia tan exquisita, la tenia impregnada en mi nariz como si la hubiera olido ayer, era desesperante. Hasta que al final pudo más aquella esencia, aquella desesperación que mi sentido común.
Acelere a fondo y en pocos segundos ya estaba afuera de la casa de Bella, era tarde, pude escuchar a su padre dormido. Era la señal que necesitaba para subir por la ventana, como lo había hecho tantas veces. Estacione el automóvil unos metros lejos, tratando de ocultarlo por sí Charlie se despertaba y también para no llamar la atención de nadie.
Y trepe sigilosamente, la ventana estaba entreabierta, lentamente la abrí más para poder entrar y su olor me golpeo de una forma brusca, estar lejos de ella por tanto tiempo había logrado sus efectos. Mis ojos se tornaron negros y de pronto quise abalanzarme sobre ella y morderla. Verla tan frágil, tan humana hacía aún más difícil mi intensión de mantenerme lejos de ella.
Suspire y retuve mi respiración al menos mientras estuviera ahí, su olor era demasiado para mi autocontrol. Comprobar que aún hablaba dormida me hizo sonreír, una chispa de ilusión se prendió en mis ojos haciendo que estos volvieran al topacio habitual. Me quede contemplando su cuerpo, sus piernas, sus manos, verla dormir podía apaciguar cualquier sentimiento de culpa, rabia o dolor.
De pronto se quito todo aquel sufrimiento de mi mente, estaba con ella, tenia a Bella a mi lado. Sin darme cuenta estaba a pocos centímetros de su cuerpo, de su piel calida, y levante mi mano sin control, pero un movimiento brusco de su parte, me recordó que yo no estaba ahí para hacerla sufrir, estaba ahí para cerrar la etapa, me despediría de mi amada Bella para siempre.
La contemple esperanzado de oír en sus sueños mi nombre, de escuchar un indicio de que ella aun me recordaba, no quería asumir que la mente de los humanos funciona distinto, qué me hacía pensar que ella no iba a olvidar tan dolorosa situación por la que yo la había hecho pasar al dejarla sola en el bosque reflexioné.
Pero no conseguí nada, mi esperanza murió cuando llego el amanecer y ella no había pronunciado ni una palabra de pena, sufrimiento o congoja, la mire por última vez e iba a salir por la ventana cuando sentí que balbuceo algo, al principio no era entendible, pero a medida que repetía su voz se hizo más claro.
- Jacob… Jake… no te vayas por favor.
Y mi corazón pareció sumirse en el más profundo abismo, de pronto las imágenes de Alice, aquella mancha blanca… y abrí mis ojos como plato cuando encaje las piezas. Ella era feliz a su lado, ella era feliz con él. Había logrado lo que me había propuesto, Ella era feliz con otro, con Jacob Black.
Bella Swan- Cantidad de envíos : 3741
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Re: Mi último Aliento
No me alcanzó de nuevo el capitulo completo T_T lo sigo:
Edward
Mi vuelta a Alaska fue incluso más penosa que mi partida de Forks aquella vez, sus palabras aún retumban en mi mente, como campanas de una catedral, haciendo un ruido estrepitoso que no podía acallar. Apenas baje del avión y cruce seguridad pude ver a Tanya esperándome.
Me detuve unos segundos observando la situación y emprendí el paso nuevamente. Cuando estuve junto a ella, me acerque tímidamente no tenía una disculpa preparada. Aunque en el fondo sabía que era tiempo que siguiera con mi vida, como lo había hecho Bella. No significaba que la decisión no fuera dolorosa.
Nos quedamos mirando uno frente al otro sin decir nada, ella me sonrío tímidamente buscando alguna respuesta de mi parte, y supe que era justo darle la oportunidad que ella me había pedido, aunque eso significará desangrarme en silencio por Bella.
Pero no contaba con que su recuerdo era más fuerte y no podría separarme de ello tan fácilmente, mi mente iba a traicionarme de una manera macabra pero me lo merecía, merecía cada palabra.
Sentí su mano tomar de la mía y la tuve nuevamente frente a mi a escasos centímetros de mi cara, su nariz casi rozaba con la mía, y en una acto reflejo trague saliva - Los de mi especie, nos distraernos con facilidad – comencé a repetir mentalmente, mientras veía como todo sucedía en cámara lenta, demasiado lenta para ser verdad.
Los Labios de Tanya estaba casi rozando los míos, y yo seguía inmóvil sin siquiera pensar en apartarla, simplemente cerré mis ojos y trate con todas mis fuerzas de no pensar en Bella. Pero las imágenes de su cuerpo, sus labios, su garganta, su piel, su calor inundaron mi mente como una película, eran como fotografías deslizándose sin control.
Para cuando abrí mis ojos la que estaba parada frente a mi no era Tanya, sino Bella. Me quede boquiabierto absorto mirando su pelo castaño caer como una hermosa cascada sobre sus hombros, su piel era translucida, y casi jure que estaba sonrojándose.
- Edward yo te amo - Me dijo y su voz era tierna, dulce e inocente – Te perdono, te perdono todo – agrego mientras sonreía, no pude evitar levantar mi mano y rosar sus labios con mi pulgar.
Quería comprobar que era real que no era un sueño. Suspire y la comisura de mis labios se enroscaron dando una sonrisa, sin dudarlo la acerque a mi cuerpo con desesperación estaba extasiado contemplándola, no podía quitarle los ojos de encima, pero un ruido detrás de nosotros me hizo girarme por medio segundo, un humano había tropezado con algunas maletas puestas en el suelo. Para cuando volví mi vista sobre mi amada Bella, aquellos ojos chocolates se habían tornado topacios y comprobé con pesar que la mujer que esta frente a mi no era ella, sino que Tanya.
Me separé bruscamente de ella, ante su mirada atónita. Sacudí mi cabeza y de pronto todo el ruido del aeropuerto se vino a mis oídos como si hubiera estado en un transe hace algunos minutos. No tenía respuesta, no tenía disculpa para mi actitud, simplemente supe que estaba perdiendo la razón.
- ¿Edward qué sucede? Me pregunto confundida Tanya mirando alrededor, tratando de entender lo que yo buscaba. A esta altura había comenzado a temblar.
- No podrás callar tú amor por mí… no podrás liberarte de mi tan fácil.
Sentí decir a un costado de nosotros y no pude evitar que mi cuerpo se contrajera, y diera un pequeño salto. Asustado mire hacia el origen de la voz, pero sólo pude ver una multitud de personas. Su voz era débil pero clara, suficientemente clara para yo escucharla, era la voz de Bella. Estaba recibiendo mi merecido por todo el daño causado.
- Tú me amas a mi no a ella, ella jamás ocupara mi lugar Edward no importa cuanto trates, ella no soy yo.
Su voz era dura y había un tejo de reproche. Mire estupefacto a Tanya que aún trataba de entender que estaba sucediendo conmigo. Las miradas de unos pocos testigos se estaban haciendo evidentes y ella trataba de mantenerme calmado para evitar llamar demasiado la atención.
- Pero tú eres feliz.
Balbucee sin sentido mirando a todos lados, estaba perdido, ahora estaba escuchando su voz en mi mente, estaba perdiendo la razón.
- ¿Lo soy…? ¿acaso tu sabes si soy realmente feliz? Preguntó enojada.
- Yo te vi. Insistí con un hilo de voz.
- Edward ¿con quién hablas? Interrumpió Tanya preguntándome preocupada, sentí sus manos en mi cara atrayendo mi mirada hacia ella.
- Tú viste lo que querías ver… pero eso no significa que sea la verdad.
Me contesto y yo esquive la mirada de Tanya sacando mi cara de entre sus manos. Estaba asustado, en toda mi existencia jamás había escuchado voces en mi mente, al menos no que no pudiera controlar. Tome de un brazo a Tanya y sin decir nada la hice salir del aeropuerto. Ella me miraba de vez en cuando mientras caminábamos hacia el automóvil. Vi como Tanya saco las llaves de su bolso y se las arrebate de entre las manos, me subí al asiento del piloto y sin siquiera esperar a que ella subiera encendí el motor.
- Ponte el cinturón.
Le ordené mirando el espejo retrovisor y acelere a fondo, provocando con ello casi un accidente, varios autos se detuvieron en seco ante mi abrupta salida del estacionamiento.
En pocos segundos estaba manejando a exceso de velocidad por la autopista. Tanya estaba asustada por mi comportamiento, pude ver que trataba de disimularlo pero varias veces ante mis constantes adelantos puso su mano enfrente esperando lo peor.
- Estaré junto a ti cada vez que te acerques a ella, cada vez que la beses, cada vez que la mires, estaré ahí presente, asechándote.
Su voz era fría y distante. Por que demonios estaba escuchándola. Mi razón sabía que Bella no estaba ahí, sólo éramos Tanya y yo en el automóvil pero mi mente estaba jugando un juego del que no podía escaparme. Aceleré más a fondo al sentir su voz nuevamente tratando de acallarla.
- Ese será tu castigo Edward, por haberme hecho lo que hiciste.
Amenazó, logrando con eso mi desesperación. Estaba tan desenfrenado tratando de acallar su voz en mi mente, que no me percaté de la maniobra de otro vehiculo, el grito de Tanya fue el que me regreso a la tierra.
- ¡Edward frena!
Abrí mis ojos al ver el vehiculo detenido frente a nosotros, y supe que no iba a lograr parar a tiempo para evitar el choque.
Edward
Mi vuelta a Alaska fue incluso más penosa que mi partida de Forks aquella vez, sus palabras aún retumban en mi mente, como campanas de una catedral, haciendo un ruido estrepitoso que no podía acallar. Apenas baje del avión y cruce seguridad pude ver a Tanya esperándome.
Me detuve unos segundos observando la situación y emprendí el paso nuevamente. Cuando estuve junto a ella, me acerque tímidamente no tenía una disculpa preparada. Aunque en el fondo sabía que era tiempo que siguiera con mi vida, como lo había hecho Bella. No significaba que la decisión no fuera dolorosa.
Nos quedamos mirando uno frente al otro sin decir nada, ella me sonrío tímidamente buscando alguna respuesta de mi parte, y supe que era justo darle la oportunidad que ella me había pedido, aunque eso significará desangrarme en silencio por Bella.
Pero no contaba con que su recuerdo era más fuerte y no podría separarme de ello tan fácilmente, mi mente iba a traicionarme de una manera macabra pero me lo merecía, merecía cada palabra.
Sentí su mano tomar de la mía y la tuve nuevamente frente a mi a escasos centímetros de mi cara, su nariz casi rozaba con la mía, y en una acto reflejo trague saliva - Los de mi especie, nos distraernos con facilidad – comencé a repetir mentalmente, mientras veía como todo sucedía en cámara lenta, demasiado lenta para ser verdad.
Los Labios de Tanya estaba casi rozando los míos, y yo seguía inmóvil sin siquiera pensar en apartarla, simplemente cerré mis ojos y trate con todas mis fuerzas de no pensar en Bella. Pero las imágenes de su cuerpo, sus labios, su garganta, su piel, su calor inundaron mi mente como una película, eran como fotografías deslizándose sin control.
Para cuando abrí mis ojos la que estaba parada frente a mi no era Tanya, sino Bella. Me quede boquiabierto absorto mirando su pelo castaño caer como una hermosa cascada sobre sus hombros, su piel era translucida, y casi jure que estaba sonrojándose.
- Edward yo te amo - Me dijo y su voz era tierna, dulce e inocente – Te perdono, te perdono todo – agrego mientras sonreía, no pude evitar levantar mi mano y rosar sus labios con mi pulgar.
Quería comprobar que era real que no era un sueño. Suspire y la comisura de mis labios se enroscaron dando una sonrisa, sin dudarlo la acerque a mi cuerpo con desesperación estaba extasiado contemplándola, no podía quitarle los ojos de encima, pero un ruido detrás de nosotros me hizo girarme por medio segundo, un humano había tropezado con algunas maletas puestas en el suelo. Para cuando volví mi vista sobre mi amada Bella, aquellos ojos chocolates se habían tornado topacios y comprobé con pesar que la mujer que esta frente a mi no era ella, sino que Tanya.
Me separé bruscamente de ella, ante su mirada atónita. Sacudí mi cabeza y de pronto todo el ruido del aeropuerto se vino a mis oídos como si hubiera estado en un transe hace algunos minutos. No tenía respuesta, no tenía disculpa para mi actitud, simplemente supe que estaba perdiendo la razón.
- ¿Edward qué sucede? Me pregunto confundida Tanya mirando alrededor, tratando de entender lo que yo buscaba. A esta altura había comenzado a temblar.
- No podrás callar tú amor por mí… no podrás liberarte de mi tan fácil.
Sentí decir a un costado de nosotros y no pude evitar que mi cuerpo se contrajera, y diera un pequeño salto. Asustado mire hacia el origen de la voz, pero sólo pude ver una multitud de personas. Su voz era débil pero clara, suficientemente clara para yo escucharla, era la voz de Bella. Estaba recibiendo mi merecido por todo el daño causado.
- Tú me amas a mi no a ella, ella jamás ocupara mi lugar Edward no importa cuanto trates, ella no soy yo.
Su voz era dura y había un tejo de reproche. Mire estupefacto a Tanya que aún trataba de entender que estaba sucediendo conmigo. Las miradas de unos pocos testigos se estaban haciendo evidentes y ella trataba de mantenerme calmado para evitar llamar demasiado la atención.
- Pero tú eres feliz.
Balbucee sin sentido mirando a todos lados, estaba perdido, ahora estaba escuchando su voz en mi mente, estaba perdiendo la razón.
- ¿Lo soy…? ¿acaso tu sabes si soy realmente feliz? Preguntó enojada.
- Yo te vi. Insistí con un hilo de voz.
- Edward ¿con quién hablas? Interrumpió Tanya preguntándome preocupada, sentí sus manos en mi cara atrayendo mi mirada hacia ella.
- Tú viste lo que querías ver… pero eso no significa que sea la verdad.
Me contesto y yo esquive la mirada de Tanya sacando mi cara de entre sus manos. Estaba asustado, en toda mi existencia jamás había escuchado voces en mi mente, al menos no que no pudiera controlar. Tome de un brazo a Tanya y sin decir nada la hice salir del aeropuerto. Ella me miraba de vez en cuando mientras caminábamos hacia el automóvil. Vi como Tanya saco las llaves de su bolso y se las arrebate de entre las manos, me subí al asiento del piloto y sin siquiera esperar a que ella subiera encendí el motor.
- Ponte el cinturón.
Le ordené mirando el espejo retrovisor y acelere a fondo, provocando con ello casi un accidente, varios autos se detuvieron en seco ante mi abrupta salida del estacionamiento.
En pocos segundos estaba manejando a exceso de velocidad por la autopista. Tanya estaba asustada por mi comportamiento, pude ver que trataba de disimularlo pero varias veces ante mis constantes adelantos puso su mano enfrente esperando lo peor.
- Estaré junto a ti cada vez que te acerques a ella, cada vez que la beses, cada vez que la mires, estaré ahí presente, asechándote.
Su voz era fría y distante. Por que demonios estaba escuchándola. Mi razón sabía que Bella no estaba ahí, sólo éramos Tanya y yo en el automóvil pero mi mente estaba jugando un juego del que no podía escaparme. Aceleré más a fondo al sentir su voz nuevamente tratando de acallarla.
- Ese será tu castigo Edward, por haberme hecho lo que hiciste.
Amenazó, logrando con eso mi desesperación. Estaba tan desenfrenado tratando de acallar su voz en mi mente, que no me percaté de la maniobra de otro vehiculo, el grito de Tanya fue el que me regreso a la tierra.
- ¡Edward frena!
Abrí mis ojos al ver el vehiculo detenido frente a nosotros, y supe que no iba a lograr parar a tiempo para evitar el choque.
Bella Swan- Cantidad de envíos : 3741
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Re: Mi último Aliento
O_O
me perdi todo esto
yo solo leei tu primer post!!!
pero sige que esta muy bueno!!!
me perdi todo esto
yo solo leei tu primer post!!!
pero sige que esta muy bueno!!!
Blair Waldorf- Cantidad de envíos : 844
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Fecha de inscripción : 23/02/2009
Re: Mi último Aliento
anda bells!!! sali del foro pero volvi...esta genial!!!! noooooooo osea por favor sigue!!!!
esta maravillosos kiero mas!!!
esta maravillosos kiero mas!!!
Berenice Townsend- Cantidad de envíos : 4665
Edad : 33
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Fecha de inscripción : 02/03/2009
Re: Mi último Aliento
Ahhhh T_T por que ponen tanto tan rapido hahahaha empezare a leerlo y mañana lo termino :3
Edward Cullen- Cantidad de envíos : 1400
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Fecha de inscripción : 31/01/2009
Re: Mi último Aliento
Dejo otro capitulo....
Capitulo Tres:
Edward
- Edward… Edward…
Sentía decir a lo lejos, la voz era distante casi imperceptible. Sentí que movían mi cuerpo, pero todo parecía como ocurrir fuera de mí. Era como si estuviera viendo todo fuera de mi propio cuerpo.
- ¡Edward!
Grito de repente y volví a ver sus ojos chocolates, estaba frente a mí, y me quede helado, inmóvil; Lentamente gire mi vista y constate lo imposible. Estábamos en su casa, recostados en el sofá, y la televisión estaba prendida.
Pero eso no podía ser cierto, observe atónito como Bella se levanto y al constatar que ella se dirigía a la televisión, con horror y miedo comprobé que los las imágenes eran de los créditos de la película Romeo y Julieta, hoy era aquel fatídico día, era el día de su cumpleaños.
Trague saliva y mi cuerpo comenzó a temblar, la miraba horrorizado, era tanto la expresión de pavor que ella comenzó a preocuparse, se acerco y se sentó a mi lado, me quede mirando al vacío.
- ¿Qué te ocurre?
Me pregunto suavemente mientras deslizaba sus manos tibias sobre mi rostro, pero yo no sabia que decirle. Porque estaba pasándome esto, era un castigo fuera de total proporción.
No podía evitar preguntarme en mi mente, si acaso era real, hace un par de minutos estaba en la carretera de Alaska, a miles de kilómetros, ocho meses después de aquel día a punto de chocar con otro vehiculo y ahora la tenía a ella frente a mí y había retrocedido en el tiempo.
- ¿Edward?
Insistió ahora mirándome tan asustada como yo. Trate de calmarme y coordinar las ideas, si yo estaba reviviendo esto era porque o había muerto o algo realmente mal estaba sucediéndome.
Tendría que haber chocado y tendría que estar tan mal herido para estar viviendo esto. Espera un minuto, yo no puedo morir o ¿sí? Me pregunte frenético buscando una explicación coherente a lo sucedido. Tome aire puse mis manos en su rostro haciendo que me mirara directo a los ojos.
- ¿Esto no es real verdad, he muerto?
Le pregunté vacilante, ella desvío su vista un instante insegura y evidentemente en pánico. Seguro estaba pensando que su novio repentinamente había perdido la razón.
- ¿De qué hablas… seguro que te sientes bien?
Pregunto insiste quitándome las manos de su rostro. No pudo evitar poner su mano en mi frente como asegurándose que no tuviera fiebre, lo cual era ridículo considerando que yo era un vampiro. Analice la situación por un momento, si yo había muerto en aquel accidente, lo que en realidad era casi imposible, al menos había tenido una recompensa, estaba con ella. Mi mente, alma o espíritu estaba con ella, al final Carlisle tenía razón, estaba en el cielo.
Me quede pensando en ello unos momentos viendo el desconcierto en la mirada de mi amada Bella, y fue ahí cuando decidí que esta vez la historia sería diferente. Tome de la mano de ella y sabiendo que en cuestión de minutos su padre entraría por la puerta la tome entre mis brazos cargándola y la saque de la casa impulsado por el deseo de detener lo que ese día había sucedido en realidad. Corrí con ella hasta el claro, nuestro claro, sin decirle ni media palabra. Sabía por la rigidez de su cuerpo que estaba asustada y que por su mente estaban pasando millones de interrogantes. Toda vez que llegamos, la baje lentamente y ella me miro confundida tomándose unos minutos antes de preguntarme nerviosa que estaba sucediendo.
- ¿No iremos a tu casa esta noche?
Inquirió insegura mientras yo le quitaba un mechón de su pelo que caía sobre su frente, que estaba impidiéndome contemplar su belleza. Hacía tantos meses que no podía verla en la manera en que ahora estaba haciéndolo que no quería que nada me distrajera de su hermoso rostro. Era impresionante como mi mente, y mis recuerdos podían ser tan exactos a como ella era en verdad. Aunque en el fondo de mi corazón sabia que todo esto era producto de una alucinación. Iba a disfrutar cada minuto de ella.
- Pensé que no querías celebrar tu cumpleaños. Acabo de libertarte de aquello.
Le susurré suavemente y no pude evitar que la comisura de mis labios se curvaran y mi cara se iluminara con una amplia sonrisa. Ella me miro desconcertada por mi repentino cambio de actitud. Sin dudarlo puse mis manos en su cintura y la acerque lo suficiente para poder darle un beso cargado de deseo y pasión. Lentamente rose mis labios contra los suyos y cuando sentí como su corazón se aceleraba de manera descontrolada y su respiración se hacia errática la bese como nunca antes lo había hecho, había una necesidad tan intensa detrás de aquel contacto que pude sentir el cuerpo de Bella reaccionar ante aquello.
No quería separarme de sus tibios y dulces labios, la apreté con más fuerza contra mi cuerpo, como temiendo que desaparecería en cualquier momento. Esta vez no iba a detenerme, esta vez no iba a perder la oportunidad de tenerla conmigo para siempre y demostrarle cuanto la amaba en realidad, al demonio con la cordura, con la prudencia, esta noche iba a demostrarle en realidad mis sentimientos hacia ella. Sentí como su rostro se sonrojaba, y pude oler aquella exquisita esencia que era su sangre, aquel olor tan característico de ella que hacía que perdiera la cabeza por completo.
- ¿Dónde has dejado a mi novio?
Balbuceo entrecortado poniendo sus menudas y frágiles manos en mi pecho tratando de apartarme de su cuerpo. Traté de evitarlo sujetándola más fuerte porque no quería dejar de tener aquel divino contacto con su ser, pero de pronto comprendí que ella se asustaría con mi actitud, así que me separé un poco mirándola extasiado. Era tremendamente doloroso dejar de mirarla.
- ¿Te sientes bien?
Me preguntó tratando de controlar su respiración, me fascinaba sentir como su corazón latía desbocadamente solo por el hecho de estar yo cerca de ella, sabía exactamente como hacerla perder la orientación y hoy me aprovecharía de aquello.
- Jamás me he sentido mejor, Amor mío
Le conteste volviendo a acercarme a sus labios, cambie el timbre de mi voz por aquella voz suave y aterciopelada que tanto le gustaba a mi amada Bella. A cambio recibí una mirada ingenua y perceptiva, ella estaba examinando la expresión de mi rostro. Inconcientemente ella se mordió el labio inferior tratando de dilucidar la actitud que estaba teniendo para con ella. Y claro no podía culparla, en la versión original de aquel día yo había estado tan obstinado como Alice que ella viviera esta experiencia humana del cumpleaños. Pero las cosas hoy habían cambiado, ya no me importaba su cumpleaños, quería tenerla cerca, aprovechar su compañía a cualquier costo.
- ¿Qué pasará con Alice?
Insistió al verme rozar sus labios con mi dedo pulgar, estaba tratando de cerciorarse que yo estuviera sopesando mi repentino cambio de decisión. Aún en ese instante Bella trataba de hacer las cosas sin herir los sentimientos de los demás… ella era única comprobé sorprendido.
- Olvídate de Alice.
Murmuré volviendo a besar aquellos labios de color rubí, y lo hice por algunos minutos de manera suave y solo me separé de estos que eran embriagadores para bajar dando pequeños besos a todo el largo de su cuello hasta llegar a su clavícula; en el hueco que se dibujaba de forma perfecta entre su cuello y el hombro comencé a rosar mis labios fríos lentamente contra su piel desnuda. El ritmo de su corazón comenzó a ser errático nuevamente y supe que estaba logrando distraerla. Sonreí cuando sentí su respiración frenética, y no pude ocultar el fuego de mis ojos, la necesitaba de una manera casi enfermiza y desesperada. Que tonto fui antes pensé, mientras observaba aquellos ojos chocolates mirarme con deseo.
Capitulo Tres:
Eres algo hermoso,
Una contradicción y quiero jugar el juego,
Quiero la fricción
Una contradicción y quiero jugar el juego,
Quiero la fricción
Edward
- Edward… Edward…
Sentía decir a lo lejos, la voz era distante casi imperceptible. Sentí que movían mi cuerpo, pero todo parecía como ocurrir fuera de mí. Era como si estuviera viendo todo fuera de mi propio cuerpo.
- ¡Edward!
Grito de repente y volví a ver sus ojos chocolates, estaba frente a mí, y me quede helado, inmóvil; Lentamente gire mi vista y constate lo imposible. Estábamos en su casa, recostados en el sofá, y la televisión estaba prendida.
Pero eso no podía ser cierto, observe atónito como Bella se levanto y al constatar que ella se dirigía a la televisión, con horror y miedo comprobé que los las imágenes eran de los créditos de la película Romeo y Julieta, hoy era aquel fatídico día, era el día de su cumpleaños.
Trague saliva y mi cuerpo comenzó a temblar, la miraba horrorizado, era tanto la expresión de pavor que ella comenzó a preocuparse, se acerco y se sentó a mi lado, me quede mirando al vacío.
- ¿Qué te ocurre?
Me pregunto suavemente mientras deslizaba sus manos tibias sobre mi rostro, pero yo no sabia que decirle. Porque estaba pasándome esto, era un castigo fuera de total proporción.
No podía evitar preguntarme en mi mente, si acaso era real, hace un par de minutos estaba en la carretera de Alaska, a miles de kilómetros, ocho meses después de aquel día a punto de chocar con otro vehiculo y ahora la tenía a ella frente a mí y había retrocedido en el tiempo.
- ¿Edward?
Insistió ahora mirándome tan asustada como yo. Trate de calmarme y coordinar las ideas, si yo estaba reviviendo esto era porque o había muerto o algo realmente mal estaba sucediéndome.
Tendría que haber chocado y tendría que estar tan mal herido para estar viviendo esto. Espera un minuto, yo no puedo morir o ¿sí? Me pregunte frenético buscando una explicación coherente a lo sucedido. Tome aire puse mis manos en su rostro haciendo que me mirara directo a los ojos.
- ¿Esto no es real verdad, he muerto?
Le pregunté vacilante, ella desvío su vista un instante insegura y evidentemente en pánico. Seguro estaba pensando que su novio repentinamente había perdido la razón.
- ¿De qué hablas… seguro que te sientes bien?
Pregunto insiste quitándome las manos de su rostro. No pudo evitar poner su mano en mi frente como asegurándose que no tuviera fiebre, lo cual era ridículo considerando que yo era un vampiro. Analice la situación por un momento, si yo había muerto en aquel accidente, lo que en realidad era casi imposible, al menos había tenido una recompensa, estaba con ella. Mi mente, alma o espíritu estaba con ella, al final Carlisle tenía razón, estaba en el cielo.
Me quede pensando en ello unos momentos viendo el desconcierto en la mirada de mi amada Bella, y fue ahí cuando decidí que esta vez la historia sería diferente. Tome de la mano de ella y sabiendo que en cuestión de minutos su padre entraría por la puerta la tome entre mis brazos cargándola y la saque de la casa impulsado por el deseo de detener lo que ese día había sucedido en realidad. Corrí con ella hasta el claro, nuestro claro, sin decirle ni media palabra. Sabía por la rigidez de su cuerpo que estaba asustada y que por su mente estaban pasando millones de interrogantes. Toda vez que llegamos, la baje lentamente y ella me miro confundida tomándose unos minutos antes de preguntarme nerviosa que estaba sucediendo.
- ¿No iremos a tu casa esta noche?
Inquirió insegura mientras yo le quitaba un mechón de su pelo que caía sobre su frente, que estaba impidiéndome contemplar su belleza. Hacía tantos meses que no podía verla en la manera en que ahora estaba haciéndolo que no quería que nada me distrajera de su hermoso rostro. Era impresionante como mi mente, y mis recuerdos podían ser tan exactos a como ella era en verdad. Aunque en el fondo de mi corazón sabia que todo esto era producto de una alucinación. Iba a disfrutar cada minuto de ella.
- Pensé que no querías celebrar tu cumpleaños. Acabo de libertarte de aquello.
Le susurré suavemente y no pude evitar que la comisura de mis labios se curvaran y mi cara se iluminara con una amplia sonrisa. Ella me miro desconcertada por mi repentino cambio de actitud. Sin dudarlo puse mis manos en su cintura y la acerque lo suficiente para poder darle un beso cargado de deseo y pasión. Lentamente rose mis labios contra los suyos y cuando sentí como su corazón se aceleraba de manera descontrolada y su respiración se hacia errática la bese como nunca antes lo había hecho, había una necesidad tan intensa detrás de aquel contacto que pude sentir el cuerpo de Bella reaccionar ante aquello.
No quería separarme de sus tibios y dulces labios, la apreté con más fuerza contra mi cuerpo, como temiendo que desaparecería en cualquier momento. Esta vez no iba a detenerme, esta vez no iba a perder la oportunidad de tenerla conmigo para siempre y demostrarle cuanto la amaba en realidad, al demonio con la cordura, con la prudencia, esta noche iba a demostrarle en realidad mis sentimientos hacia ella. Sentí como su rostro se sonrojaba, y pude oler aquella exquisita esencia que era su sangre, aquel olor tan característico de ella que hacía que perdiera la cabeza por completo.
- ¿Dónde has dejado a mi novio?
Balbuceo entrecortado poniendo sus menudas y frágiles manos en mi pecho tratando de apartarme de su cuerpo. Traté de evitarlo sujetándola más fuerte porque no quería dejar de tener aquel divino contacto con su ser, pero de pronto comprendí que ella se asustaría con mi actitud, así que me separé un poco mirándola extasiado. Era tremendamente doloroso dejar de mirarla.
- ¿Te sientes bien?
Me preguntó tratando de controlar su respiración, me fascinaba sentir como su corazón latía desbocadamente solo por el hecho de estar yo cerca de ella, sabía exactamente como hacerla perder la orientación y hoy me aprovecharía de aquello.
- Jamás me he sentido mejor, Amor mío
Le conteste volviendo a acercarme a sus labios, cambie el timbre de mi voz por aquella voz suave y aterciopelada que tanto le gustaba a mi amada Bella. A cambio recibí una mirada ingenua y perceptiva, ella estaba examinando la expresión de mi rostro. Inconcientemente ella se mordió el labio inferior tratando de dilucidar la actitud que estaba teniendo para con ella. Y claro no podía culparla, en la versión original de aquel día yo había estado tan obstinado como Alice que ella viviera esta experiencia humana del cumpleaños. Pero las cosas hoy habían cambiado, ya no me importaba su cumpleaños, quería tenerla cerca, aprovechar su compañía a cualquier costo.
- ¿Qué pasará con Alice?
Insistió al verme rozar sus labios con mi dedo pulgar, estaba tratando de cerciorarse que yo estuviera sopesando mi repentino cambio de decisión. Aún en ese instante Bella trataba de hacer las cosas sin herir los sentimientos de los demás… ella era única comprobé sorprendido.
- Olvídate de Alice.
Murmuré volviendo a besar aquellos labios de color rubí, y lo hice por algunos minutos de manera suave y solo me separé de estos que eran embriagadores para bajar dando pequeños besos a todo el largo de su cuello hasta llegar a su clavícula; en el hueco que se dibujaba de forma perfecta entre su cuello y el hombro comencé a rosar mis labios fríos lentamente contra su piel desnuda. El ritmo de su corazón comenzó a ser errático nuevamente y supe que estaba logrando distraerla. Sonreí cuando sentí su respiración frenética, y no pude ocultar el fuego de mis ojos, la necesitaba de una manera casi enfermiza y desesperada. Que tonto fui antes pensé, mientras observaba aquellos ojos chocolates mirarme con deseo.
Bella Swan- Cantidad de envíos : 3741
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Fecha de inscripción : 02/02/2009
Re: Mi último Aliento
No me alcanzó todo >.<
Edward
Estábamos en la mitad del claro, iluminados solo por la luz de la luna. De pronto comenzó a vibrar frenéticamente mi celular, sabía perfectamente de quien se trataba, sin siquiera mirarlo, tome el aparato sacándolo de mi bolsillo y lo dejé caer al suelo. Nadie ni nada interrumpiría aquel mágico momento que estábamos teniendo Bella y yo.
Aquellos ojos chocolates eran perfectos, tenían un brillo especial y por una fracción de segundos me perdí en ellos. Estábamos parados en la mitad del claro solos los dos y pude ver que Bella al constatar ese hecho se sonrojo avergonzada. Al principio, ante esa reacción, tuve una duda sobre lo que estaba haciéndose evidente para ambos, pero cuando ella vio la duda en mis ojos, se acerco y comenzó a besar mi cuello, comprobándome que ambos deseábamos lo mismo.
- Tal vez después de todo si quiero un regalo de cumpleaños.
Me susurró con un hilo de voz cerca de mi oído, lo que hizo que me estremeciera. Volvimos a besarnos desesperadamente y sin darme cuenta estábamos ambos arrodillados en el suelo. Sí definitivamente estaba en el cielo, de eso no cabía duda, solo en el cielo podría haber estado soñando o viviendo esto. Su olor era tan exquisitamente intenso que en cualquier minuto parecía que iba a perder la batalla del autocontrol. Quería desesperadamente hacerla mía en ese instante.
Ella entrelazo sus dedos en mi cabellera y puso una mano en mi pecho ejerciendo presión para hacerme tumbar en el suelo. Su cabellera rozo mi rostro dándome pequeñas cosquillas con el roce. Mire impávido su belleza, ahora era otra faceta la que estaba conociendo de mi amada Bella. Nos besamos nuevamente, pero esta vez lo hice lentamente como queriendo recordar cada gesto, cada movimiento, cada sabor; permanecía con mis ojos cerrados y comencé a escuchar a lo lejos un murmullo, era lejano y pensé que era su voz, pero estaba tan concentrado en besarla que estaba olvidando como escuchar.
- Te amo Bella más que a nadie en el mundo, perdoname te lo suplico.
Susurré y ella rompió el beso mirándome fijo y de forma penetrante. Sus hermosos ojos marrones eran tan profundos, tan inmensos, tan bastos, la luz de la luna estaba reflejándose en ellos como una luz cegadora y fue en ese minuto cuando ya no sentí más mi cuerpo, ni la tibia piel de Bella, fue como si de pronto todo hubiera caído a un silencio mortal.
- ¡Edward! ¡Edward! ¡Reacciona!
Sentí gritar a lo lejos, al principio fue una visión demasiado borrosa producto de la luz cegadora que estaba frente a mí.
- ¿Bella?
Balbucee incoherentemente mientras trataba de coordinar las imágenes que estaba viendo, y cuando aclaré mi vista, pude ver que aquella luz cegadora era la piel fría y blanca de Jasper.
- Ya va a llegar la ambulancia.
Decía con urgencia Emmett.
- Debemos sacarlos antes que llegue.
Respondió Jasper. Todo se volvió confuso y cuando sentí como jalaban de mi cuerpo, finalmente entendí que estaba de vuelta en el presente. Sacudí aterrorizado mi cabeza mirando a mi entorno, buscando a mi amada Bella, pero ella se había ido una vez más.
Atontado divise a lo lejos la figura de Tanya fuera del automóvil y al mirar a mi alrededor pude comprobar que el automóvil estaba hecho un desastre. Habíamos chocado y yo estaba atrapado entre los fierros retorcidos, vivo si se podía llamar así a mi pesadumbrosa existencia.
Vi absorto que tanto Emmett como Jasper luchaban por ayudarme y Alice permanecía junto a Tanya desesperada. También me percaté que habían muchos más testigos del accidente que se mantenían a distancia, tal vez imaginándose que estaba muerto o agonizando.
- ¡No lograremos sacarlo si no utilizamos la fuerza!.
Gruño Emmett mirando a Jasper quien levanto su vista a los inconvenientes testigos del accidente.
- Lo sé pero no podremos explicarlo.
Le hizo ver tratando de mantener la calma, los dos me miraron cuando vieron que había salido de mi mundo de ensueños.
- Tienes que ayudarnos Edward, a sacarte de aquí, casi no tenemos tiempo.
Me dijo Emmett mientras tiraba de los fierros aun cuando Jasper no quería llamar la atención, el tono de su voz era apresurada y con un tejo de desesperación, seguramente temiendo que fuéramos a ser descubiertos en cualquier momento.
Desconcertado comencé a tratar de ayudarlo, he hice presión en los fierros para liberarme. Logre sacarme de la prisión justo a tiempo, antes que la gente comenzará a acercarse y constatará que yo no había sufrido daño alguno.
Ya fuera del automóvil sentí la voz de Carlisle quien venia llegando a la escena junto con Eleazar, Carmen, y Esme quien no pudo evitar dar un grito ahogado cuando vio como había quedado el vehiculo. La mire aun confuso por todo lo que había pasado.
- ¿Se encuentra bien?
Pregunto inquisitivo uno de los humanos más avezado que había estado presenciando el improvisado rescate de mis hermanos. Fue Carlisle quien contesto acercándose y haciendo como si me estuviera examinando. Pero la realidad era que yo estaba perfectamente, no había ni siquiera un hueso roto a pesar del impacto.
- La ambulancia ha tardado demasiado… Será mejor que lo llevemos al hospital, Jasper ayúdame con tu hermano.
Exclamo Carlisle con voz de mando pero dejando ver preocupación. El hombre le dio una mirada incrédula y yo me apoye en Jasper, comenzando el teatro, me llevaron hasta el auto en el cual había llegado mi familia, como si estuviera a punto de desmayarme o colapsar.
- Deberían esperar a la ambulancia.
Insistió el sujeto preocupado por mi estado. Carlisle le miro a los ojos y mantuvo su voz controlada pero persuasiva.
- No se preocupe soy medico y su padre. Él estará bien.
Le respondió. Mientras se subía al automóvil en el asiento del conductor. Una vez dentro me miró por el retrovisor.
- En que estabas pensando Edward.
Me reprendió mientras Carmen y Eleazar se subían a mi lado y Esme en el asiento del frente visiblemente nerviosa por lo sucedido. Vi como Jasper y Emmett se volvían al auto en el que habían llegado llevando con ellos a Tanya, quien me dio una mirada preocupada cuando paso frente a mi ventana.
Ver la mirada de enfado no sólo de Rosalie, sino de Carlisle me hacia sentir miserable. Alice permanecía a mi lado en el sofá, tenía su mano sobre la mía y la apretaba cada vez que yo ladeaba mi cabeza poniendo mis manos en el puente de la nariz, preocupada por lo que estaba sucediéndome.
- Tu futuro se puso demasiado errático.
Me había dicho a penas cruzamos el umbral de la casa donde estábamos. Pero lo cierto era que no tenía explicación alguna para todas las preguntas que a esa altura retumbaban en mi mente. No sólo mi familia quería respuestas sino que la familia de Eleazar también. Y yo hubiera deseado poder dar al menos una a Tanya pero la verdad era que lejos de poder hacerlo, mi vida se había convertido en un desastre de proporciones épicas.
Lo que estaba pasándome era extraño, según Tanya yo había quedado paralizado, casi catatónico después del accidente, había estado todo el tiempo con los ojos abiertos pero mi mente no había estado allí, sino lejos. El sólo hecho de recordar donde había estado mi mente volvía a inflingirme un dolor insoportable, casi desgarrador. Hubiera dado todo por haberme quedado en aquel lugar.
- ¿Qué haremos ahora?
Pregunto Emmett luego de unos minutos en que todo estuvieron en silencio mirándome casi como si estuvieran mirando a un demente.
Edward
Estábamos en la mitad del claro, iluminados solo por la luz de la luna. De pronto comenzó a vibrar frenéticamente mi celular, sabía perfectamente de quien se trataba, sin siquiera mirarlo, tome el aparato sacándolo de mi bolsillo y lo dejé caer al suelo. Nadie ni nada interrumpiría aquel mágico momento que estábamos teniendo Bella y yo.
Aquellos ojos chocolates eran perfectos, tenían un brillo especial y por una fracción de segundos me perdí en ellos. Estábamos parados en la mitad del claro solos los dos y pude ver que Bella al constatar ese hecho se sonrojo avergonzada. Al principio, ante esa reacción, tuve una duda sobre lo que estaba haciéndose evidente para ambos, pero cuando ella vio la duda en mis ojos, se acerco y comenzó a besar mi cuello, comprobándome que ambos deseábamos lo mismo.
- Tal vez después de todo si quiero un regalo de cumpleaños.
Me susurró con un hilo de voz cerca de mi oído, lo que hizo que me estremeciera. Volvimos a besarnos desesperadamente y sin darme cuenta estábamos ambos arrodillados en el suelo. Sí definitivamente estaba en el cielo, de eso no cabía duda, solo en el cielo podría haber estado soñando o viviendo esto. Su olor era tan exquisitamente intenso que en cualquier minuto parecía que iba a perder la batalla del autocontrol. Quería desesperadamente hacerla mía en ese instante.
Ella entrelazo sus dedos en mi cabellera y puso una mano en mi pecho ejerciendo presión para hacerme tumbar en el suelo. Su cabellera rozo mi rostro dándome pequeñas cosquillas con el roce. Mire impávido su belleza, ahora era otra faceta la que estaba conociendo de mi amada Bella. Nos besamos nuevamente, pero esta vez lo hice lentamente como queriendo recordar cada gesto, cada movimiento, cada sabor; permanecía con mis ojos cerrados y comencé a escuchar a lo lejos un murmullo, era lejano y pensé que era su voz, pero estaba tan concentrado en besarla que estaba olvidando como escuchar.
- Te amo Bella más que a nadie en el mundo, perdoname te lo suplico.
Susurré y ella rompió el beso mirándome fijo y de forma penetrante. Sus hermosos ojos marrones eran tan profundos, tan inmensos, tan bastos, la luz de la luna estaba reflejándose en ellos como una luz cegadora y fue en ese minuto cuando ya no sentí más mi cuerpo, ni la tibia piel de Bella, fue como si de pronto todo hubiera caído a un silencio mortal.
- ¡Edward! ¡Edward! ¡Reacciona!
Sentí gritar a lo lejos, al principio fue una visión demasiado borrosa producto de la luz cegadora que estaba frente a mí.
- ¿Bella?
Balbucee incoherentemente mientras trataba de coordinar las imágenes que estaba viendo, y cuando aclaré mi vista, pude ver que aquella luz cegadora era la piel fría y blanca de Jasper.
- Ya va a llegar la ambulancia.
Decía con urgencia Emmett.
- Debemos sacarlos antes que llegue.
Respondió Jasper. Todo se volvió confuso y cuando sentí como jalaban de mi cuerpo, finalmente entendí que estaba de vuelta en el presente. Sacudí aterrorizado mi cabeza mirando a mi entorno, buscando a mi amada Bella, pero ella se había ido una vez más.
Atontado divise a lo lejos la figura de Tanya fuera del automóvil y al mirar a mi alrededor pude comprobar que el automóvil estaba hecho un desastre. Habíamos chocado y yo estaba atrapado entre los fierros retorcidos, vivo si se podía llamar así a mi pesadumbrosa existencia.
Vi absorto que tanto Emmett como Jasper luchaban por ayudarme y Alice permanecía junto a Tanya desesperada. También me percaté que habían muchos más testigos del accidente que se mantenían a distancia, tal vez imaginándose que estaba muerto o agonizando.
- ¡No lograremos sacarlo si no utilizamos la fuerza!.
Gruño Emmett mirando a Jasper quien levanto su vista a los inconvenientes testigos del accidente.
- Lo sé pero no podremos explicarlo.
Le hizo ver tratando de mantener la calma, los dos me miraron cuando vieron que había salido de mi mundo de ensueños.
- Tienes que ayudarnos Edward, a sacarte de aquí, casi no tenemos tiempo.
Me dijo Emmett mientras tiraba de los fierros aun cuando Jasper no quería llamar la atención, el tono de su voz era apresurada y con un tejo de desesperación, seguramente temiendo que fuéramos a ser descubiertos en cualquier momento.
Desconcertado comencé a tratar de ayudarlo, he hice presión en los fierros para liberarme. Logre sacarme de la prisión justo a tiempo, antes que la gente comenzará a acercarse y constatará que yo no había sufrido daño alguno.
Ya fuera del automóvil sentí la voz de Carlisle quien venia llegando a la escena junto con Eleazar, Carmen, y Esme quien no pudo evitar dar un grito ahogado cuando vio como había quedado el vehiculo. La mire aun confuso por todo lo que había pasado.
- ¿Se encuentra bien?
Pregunto inquisitivo uno de los humanos más avezado que había estado presenciando el improvisado rescate de mis hermanos. Fue Carlisle quien contesto acercándose y haciendo como si me estuviera examinando. Pero la realidad era que yo estaba perfectamente, no había ni siquiera un hueso roto a pesar del impacto.
- La ambulancia ha tardado demasiado… Será mejor que lo llevemos al hospital, Jasper ayúdame con tu hermano.
Exclamo Carlisle con voz de mando pero dejando ver preocupación. El hombre le dio una mirada incrédula y yo me apoye en Jasper, comenzando el teatro, me llevaron hasta el auto en el cual había llegado mi familia, como si estuviera a punto de desmayarme o colapsar.
- Deberían esperar a la ambulancia.
Insistió el sujeto preocupado por mi estado. Carlisle le miro a los ojos y mantuvo su voz controlada pero persuasiva.
- No se preocupe soy medico y su padre. Él estará bien.
Le respondió. Mientras se subía al automóvil en el asiento del conductor. Una vez dentro me miró por el retrovisor.
- En que estabas pensando Edward.
Me reprendió mientras Carmen y Eleazar se subían a mi lado y Esme en el asiento del frente visiblemente nerviosa por lo sucedido. Vi como Jasper y Emmett se volvían al auto en el que habían llegado llevando con ellos a Tanya, quien me dio una mirada preocupada cuando paso frente a mi ventana.
Ver la mirada de enfado no sólo de Rosalie, sino de Carlisle me hacia sentir miserable. Alice permanecía a mi lado en el sofá, tenía su mano sobre la mía y la apretaba cada vez que yo ladeaba mi cabeza poniendo mis manos en el puente de la nariz, preocupada por lo que estaba sucediéndome.
- Tu futuro se puso demasiado errático.
Me había dicho a penas cruzamos el umbral de la casa donde estábamos. Pero lo cierto era que no tenía explicación alguna para todas las preguntas que a esa altura retumbaban en mi mente. No sólo mi familia quería respuestas sino que la familia de Eleazar también. Y yo hubiera deseado poder dar al menos una a Tanya pero la verdad era que lejos de poder hacerlo, mi vida se había convertido en un desastre de proporciones épicas.
Lo que estaba pasándome era extraño, según Tanya yo había quedado paralizado, casi catatónico después del accidente, había estado todo el tiempo con los ojos abiertos pero mi mente no había estado allí, sino lejos. El sólo hecho de recordar donde había estado mi mente volvía a inflingirme un dolor insoportable, casi desgarrador. Hubiera dado todo por haberme quedado en aquel lugar.
- ¿Qué haremos ahora?
Pregunto Emmett luego de unos minutos en que todo estuvieron en silencio mirándome casi como si estuvieran mirando a un demente.
Bella Swan- Cantidad de envíos : 3741
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Localización : adsadalandia
Fecha de inscripción : 02/02/2009
Re: Mi último Aliento
ahhhhhhhhhh Bells!!!! me encanta!!!! en verdad ke si, gracias por compartirlo por fa sube mas!!!! lo leere en seguida!!!!
xoxoxoxo
xoxoxoxo
Berenice Townsend- Cantidad de envíos : 4665
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Localización : México, D.F.
Fecha de inscripción : 02/03/2009
Re: Mi último Aliento
Bueno, si de verdad les gusta, les dejo otro cap =) A mi me marcó el fic, me encanto en verdad....
Capitulo Cuatro:
Edward
He tratado de renunciar a ti pero soy un adicto
Serás mi muerte.
Las despedidas nunca han sido mi fuerte, y la única vez que lo hice solo provoque un daño mayor, considerando esto, preferí que no las hubiera esta vez. Sabía perfectamente que Alice permanecía en la ventana del piso superior de la casa, mirándome a través de ella. No necesitaba mirar atrás para saber que mantenía su mano sobre el cristal y que sus ojos estaban brillantes, como si fuera a llorar, no necesitaba haberla visto para saber que Esme también estaría igual, incluso Emmett, a pesar de parecer el más fuerte, también tendría un sentimiento de perdida. Pero era mejor así, era tiempo que enfrentará que mi amor por Bella era demasiado para tratar de ocultarlo, o de simplemente olvidarlo. Jamás lo conseguiría y tendría que vivir con ello.
Pero para poder volver a poner las cosas en orden y volver a mirar todo con perspectiva debía volver a lo más básico, debía dejar de negar lo que era, y dejar guiarme por los instintos, dejar salir al monstruo en mí. Cazar era lo único que podía, en parte separarme de su recuerdo, sacarme a Bella de la mente. Era tan calculado, tan perfectamente dimensionado que requería de toda mi atención para lograrlo, un movimiento en falso, justo en el momento inadecuado y lograba que la presa escapara. Concentrarme de esa manera podía acallar aquellos recuerdos en el fondo de mi mente, y mantenerlos ahí, encerrados en una casa mental de donde no debían salir para evitar seguirme lastimándome no solo a mí, sino a cualquiera que estuviera a mí alrededor. Y eso era justamente lo que había decidido hacer de ahora en adelante: Cazar.
Al principio no había un país definido, ni siquiera un lugar específico, no tenía ni la menor idea de adonde iría, simplemente había tomado el primer vuelo disponible. Estaba solo con la naturaleza, de igual a igual mirando a mi presa - Un gato montañés – lo observaba detenidamente, lo asechaba como en mis mejores épocas, una caza por placer, no para alimentarme era lo que hoy entretenía a mi imaginativa mente, mantenía calmo al esquizofrénico vampiro oculto en mi.
Y aunque luchaba por mantenerme al margen de lo mundano, hoy particularmente hoy, una extraña sensación inundaba mi conciencia, muy en el fondo una vocecilla interna estaba afligiendo a mi corazón muerto y por una torcida razón estaba gritándome que saliera del bosque y buscara a la civilización, el perfecto y calmado Edward Cullen quería volver a ser humano otra vez y aunque luche con todas mis fuerzas por mantenerme en el bosque, en medio de aquellos árboles, mi mente no pudo evitar mostrarme recuerdos de mi amada Bella, estos empantanaron mi mente y fracase en mi pesaroso intento de sobrevivir.
Rompía mi record de la peor forma, hacía días que no pensaba en su aroma, en su piel, en su voz y hoy estaba desgarrando mi alma jurando que la tenia enfrente, tenía impregnado su olor en mi nariz – maldición – pensé mientras suspiraba frustrado resignándome a lo inevitable. Pero así era mi agonía, días buenos donde podía ser Edward Cullen el Vampiro y días como este donde solo podía pensar en Bella y ser tan frágil que incluso estaba comenzando a asustarme de mi mismo.
Y como maldije a Carlisle y Esme por lograr hacerme así… tan vulnerable, de esta manera que dolía tanto. Esta suerte de lazos era una consecuencia, para mi ventajosa hasta antes que la conociera a ella pero ahora nefasta. Vínculos tan profundos como los que nuestra familia había establecido sólo habían logrado hacerme débil, predecible y frágil.
Resignado con el curso que estaba tomando mi existencia, permanecía inmóvil sentado sobre una silla y mi cara estaba recostada contra la dura madera de la mesa frente a mi. Había alquilado un cuarto pequeño cercano al bosque donde me refugiaba a menudo. Y estaba así sumido en una suerte de meditación cuando a lo lejos, comencé a percatarme del movimiento incesante de mi teléfono celular, que estaba en el centro de aquella mesa frente a mis ojos.
No necesitaba leer mentes o predecir el futuro para saber que la llamada pertenecía a un miembro de mi familia. Lo único interesante era dilucidar quien se había atrevido hoy a llamar, puesto que a pesar de mantener su postura de respetar mi decisión de alejarme por un tiempo, ese vinculo establecido con los años era inquebrantable y dolorosamente fuerte.
Dude de contestar y espere al menos unos diez minutos de incesante repiqueteo del aparato contra la mesa, que a esta altura estaban logrando exasperarme. Era una realidad constatable que apenas dejaba de moverse, volvía a hacerlo una y otra vez, la persistencia y tenacidad era una virtud adquirida con los años, el sentido del tiempo para mi familia era muy distinto al sentido del tiempo de cualquier individuo común por lo que supuse que podría estar sonando de forma indefinida si no me dignaba a contestar.
Aún así albergue la esperanza que desistieran de su intento y cuando volvió a sonar por enésima vez, reaccione justo para alcanzar a evitar que este se estrellara contra el suelo, había vibrado de tal manera que recorrió la corta distancia desde el centro hasta la esquina de la mesa donde ya no había nada que lo detuviera de una muerte segura. Mantuve entre mis manos el aparato y mire el identificador de llamadas, no me extrañaba que la persistente de Alice estuviera llamándome pero me sorprendió de manera exagerada comprobar que no era mi dulce hermana quien esperaba que yo me dignara a contestar sino que era Rosalie.
Ella estaba llamándome pensé mientras veía como el aparato vibraba entre mis manos. La curiosidad de pronto invadió mi mente, ella no me llamaría a menos que fuera una emergencia, pero si fuera una emergencia lo hubiera hecho Alice, de pronto comencé a pensar que tal vez no todo iba bien, y no pude evitar que una mala idea cruzara por mi cabeza. Solo había una cosa que Alice no sería capaz de decírmelo a la cara, y empecé a desesperarme ante la idea, no pude evitar que mi corazón extinto ahogara un grito – Bella – pensé mientras apretaba el botón de contestación.
- ¿Edward… estas ahí?
Me pregunto titubeante y pude leer claramente entre líneas. Rosalie tenía una voz mucho menos penetrante que de costumbre, al menos dos octavas más suave de lo normal. Casi era un susurro y podía notar que estaba luchando consigo misma por decirme lo que iba a decir.
- ¿Qué sucede Rosalie?
Respondí seco, mis pupilas se dilataron cuando abrí los ojos expectantes y pude sentir que mi respiración se hizo pesada. Hubo un tenso silencio.
- ¡Dilo!
Grite con un hilo de voz, pero casi podía adivinar el motivo de la llamada.
- Edward…
Hizo una pausa y sentí la respiración de ella comenzar a agitarse
- No se como decirlo, no soy buena con estas cosas… Alice me rogo que no te lo dijera, al menos no hasta que lo comprobará pero que diferencia abría entonces… digo ella ya… - su voz se apago - Creo que es justo que tu lo sepas… no debió ocultarlo, debió llamarte antes de volver a Forks.
Sus palabras no tenían sentido, estaba hablando atolondradamente, de manera desordenada y apenas podía ordenarle las ideas para tratar de entenderlas. Mi mente no quería entenderla pero cuando nombro el lugar supe que yo tenía tristemente la razón. Como quise estar frente a ella para cogerla por los brazos y hacer que hablara de una maldita vez. Que dijera lo que tenia que decir sin tanto rodeo, sin anestesia.
- ¡DILO DE UNA VEZ!
Grite esperando la confesión, pero sentí la voz titubeante de Rosalie nuevamente, y estaba comenzando a perder la paciencia, tome aire para hablar cuando ella soltó dos grandes palabras, una verdad que no sería capaz de soportar.
- Ella esta muerta
Capitulo Cuatro:
Edward
He tratado de renunciar a ti pero soy un adicto
Serás mi muerte.
Las despedidas nunca han sido mi fuerte, y la única vez que lo hice solo provoque un daño mayor, considerando esto, preferí que no las hubiera esta vez. Sabía perfectamente que Alice permanecía en la ventana del piso superior de la casa, mirándome a través de ella. No necesitaba mirar atrás para saber que mantenía su mano sobre el cristal y que sus ojos estaban brillantes, como si fuera a llorar, no necesitaba haberla visto para saber que Esme también estaría igual, incluso Emmett, a pesar de parecer el más fuerte, también tendría un sentimiento de perdida. Pero era mejor así, era tiempo que enfrentará que mi amor por Bella era demasiado para tratar de ocultarlo, o de simplemente olvidarlo. Jamás lo conseguiría y tendría que vivir con ello.
Pero para poder volver a poner las cosas en orden y volver a mirar todo con perspectiva debía volver a lo más básico, debía dejar de negar lo que era, y dejar guiarme por los instintos, dejar salir al monstruo en mí. Cazar era lo único que podía, en parte separarme de su recuerdo, sacarme a Bella de la mente. Era tan calculado, tan perfectamente dimensionado que requería de toda mi atención para lograrlo, un movimiento en falso, justo en el momento inadecuado y lograba que la presa escapara. Concentrarme de esa manera podía acallar aquellos recuerdos en el fondo de mi mente, y mantenerlos ahí, encerrados en una casa mental de donde no debían salir para evitar seguirme lastimándome no solo a mí, sino a cualquiera que estuviera a mí alrededor. Y eso era justamente lo que había decidido hacer de ahora en adelante: Cazar.
Al principio no había un país definido, ni siquiera un lugar específico, no tenía ni la menor idea de adonde iría, simplemente había tomado el primer vuelo disponible. Estaba solo con la naturaleza, de igual a igual mirando a mi presa - Un gato montañés – lo observaba detenidamente, lo asechaba como en mis mejores épocas, una caza por placer, no para alimentarme era lo que hoy entretenía a mi imaginativa mente, mantenía calmo al esquizofrénico vampiro oculto en mi.
Y aunque luchaba por mantenerme al margen de lo mundano, hoy particularmente hoy, una extraña sensación inundaba mi conciencia, muy en el fondo una vocecilla interna estaba afligiendo a mi corazón muerto y por una torcida razón estaba gritándome que saliera del bosque y buscara a la civilización, el perfecto y calmado Edward Cullen quería volver a ser humano otra vez y aunque luche con todas mis fuerzas por mantenerme en el bosque, en medio de aquellos árboles, mi mente no pudo evitar mostrarme recuerdos de mi amada Bella, estos empantanaron mi mente y fracase en mi pesaroso intento de sobrevivir.
Rompía mi record de la peor forma, hacía días que no pensaba en su aroma, en su piel, en su voz y hoy estaba desgarrando mi alma jurando que la tenia enfrente, tenía impregnado su olor en mi nariz – maldición – pensé mientras suspiraba frustrado resignándome a lo inevitable. Pero así era mi agonía, días buenos donde podía ser Edward Cullen el Vampiro y días como este donde solo podía pensar en Bella y ser tan frágil que incluso estaba comenzando a asustarme de mi mismo.
Y como maldije a Carlisle y Esme por lograr hacerme así… tan vulnerable, de esta manera que dolía tanto. Esta suerte de lazos era una consecuencia, para mi ventajosa hasta antes que la conociera a ella pero ahora nefasta. Vínculos tan profundos como los que nuestra familia había establecido sólo habían logrado hacerme débil, predecible y frágil.
Resignado con el curso que estaba tomando mi existencia, permanecía inmóvil sentado sobre una silla y mi cara estaba recostada contra la dura madera de la mesa frente a mi. Había alquilado un cuarto pequeño cercano al bosque donde me refugiaba a menudo. Y estaba así sumido en una suerte de meditación cuando a lo lejos, comencé a percatarme del movimiento incesante de mi teléfono celular, que estaba en el centro de aquella mesa frente a mis ojos.
No necesitaba leer mentes o predecir el futuro para saber que la llamada pertenecía a un miembro de mi familia. Lo único interesante era dilucidar quien se había atrevido hoy a llamar, puesto que a pesar de mantener su postura de respetar mi decisión de alejarme por un tiempo, ese vinculo establecido con los años era inquebrantable y dolorosamente fuerte.
Dude de contestar y espere al menos unos diez minutos de incesante repiqueteo del aparato contra la mesa, que a esta altura estaban logrando exasperarme. Era una realidad constatable que apenas dejaba de moverse, volvía a hacerlo una y otra vez, la persistencia y tenacidad era una virtud adquirida con los años, el sentido del tiempo para mi familia era muy distinto al sentido del tiempo de cualquier individuo común por lo que supuse que podría estar sonando de forma indefinida si no me dignaba a contestar.
Aún así albergue la esperanza que desistieran de su intento y cuando volvió a sonar por enésima vez, reaccione justo para alcanzar a evitar que este se estrellara contra el suelo, había vibrado de tal manera que recorrió la corta distancia desde el centro hasta la esquina de la mesa donde ya no había nada que lo detuviera de una muerte segura. Mantuve entre mis manos el aparato y mire el identificador de llamadas, no me extrañaba que la persistente de Alice estuviera llamándome pero me sorprendió de manera exagerada comprobar que no era mi dulce hermana quien esperaba que yo me dignara a contestar sino que era Rosalie.
Ella estaba llamándome pensé mientras veía como el aparato vibraba entre mis manos. La curiosidad de pronto invadió mi mente, ella no me llamaría a menos que fuera una emergencia, pero si fuera una emergencia lo hubiera hecho Alice, de pronto comencé a pensar que tal vez no todo iba bien, y no pude evitar que una mala idea cruzara por mi cabeza. Solo había una cosa que Alice no sería capaz de decírmelo a la cara, y empecé a desesperarme ante la idea, no pude evitar que mi corazón extinto ahogara un grito – Bella – pensé mientras apretaba el botón de contestación.
- ¿Edward… estas ahí?
Me pregunto titubeante y pude leer claramente entre líneas. Rosalie tenía una voz mucho menos penetrante que de costumbre, al menos dos octavas más suave de lo normal. Casi era un susurro y podía notar que estaba luchando consigo misma por decirme lo que iba a decir.
- ¿Qué sucede Rosalie?
Respondí seco, mis pupilas se dilataron cuando abrí los ojos expectantes y pude sentir que mi respiración se hizo pesada. Hubo un tenso silencio.
- ¡Dilo!
Grite con un hilo de voz, pero casi podía adivinar el motivo de la llamada.
- Edward…
Hizo una pausa y sentí la respiración de ella comenzar a agitarse
- No se como decirlo, no soy buena con estas cosas… Alice me rogo que no te lo dijera, al menos no hasta que lo comprobará pero que diferencia abría entonces… digo ella ya… - su voz se apago - Creo que es justo que tu lo sepas… no debió ocultarlo, debió llamarte antes de volver a Forks.
Sus palabras no tenían sentido, estaba hablando atolondradamente, de manera desordenada y apenas podía ordenarle las ideas para tratar de entenderlas. Mi mente no quería entenderla pero cuando nombro el lugar supe que yo tenía tristemente la razón. Como quise estar frente a ella para cogerla por los brazos y hacer que hablara de una maldita vez. Que dijera lo que tenia que decir sin tanto rodeo, sin anestesia.
- ¡DILO DE UNA VEZ!
Grite esperando la confesión, pero sentí la voz titubeante de Rosalie nuevamente, y estaba comenzando a perder la paciencia, tome aire para hablar cuando ella soltó dos grandes palabras, una verdad que no sería capaz de soportar.
- Ella esta muerta
Última edición por Bella Swan el Mar Abr 14, 2009 9:21 pm, editado 1 vez
Bella Swan- Cantidad de envíos : 3741
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Re: Mi último Aliento
No me alcanzó todo u_u como siempre xD
Edward
Y perdí la perspectiva e incluso la visión, jamás me hubiera imaginado que podía sentirme de esa manera, un hielo recorrió mi cuerpo y mi mente, y las imágenes de Bella y la furgoneta cuando la salve volvieron a sucederse como una vieja y desgastada pelicular en mí conciencia. Mi cuerpo entero comenzó a temblar, Prométeme que no harás nada estupido, ella lo había prometido.
- ¿Cómo?
Fue lo único que pregunte sin asimilar un ápice de la noticia que mi hermana estaba dándome, no podía controlar los estremecimientos que estaba sufriendo mi corazón, era como millones de puñales clavándose directamente al centro, incluso había dejado de respirar, estaba congelado y mi mente aún estaba pasando la película de Bella. Sentí como un hoyo gigante estaba absorbiéndome, y por fracción de segundos pensé que caería al suelo derrotado.
- Edward eso que más da
Agrego en un intento vano de no causar un dolor más profundo, pero era imposible que no lo causara, todo lo concerniente a Bella de ahora en adelante me causaría un dolor inimaginable.
- ¡Cómo!
Exigí saber, no se si para tratar de autoconvencerse que no tenía la culpa o para regodearme en la pena asumiendo que era el responsable indirecto de estos eventos.
- Se arrojo de un acantilado
Contesto ella entre dientes. Y constante que yo era el autor intelectual de aquella muerte – acabe con un ángel, el infierno será poco - pensé. Estaba maldito yo la había orillado a todo esto. Y aunque no había estado detrás del gatillo, yo le había dado la pistola para que ella tomara la decisión.
Por qué, por qué, por qué, si ella era feliz. Me pregunté una y otra vez, olvidando que aún sostenía una conversación, o mejor dicho olvidado aún que Rosalie estaba frenética hablándome por la línea. No escuche nada de lo que dijo a continuación. Simplemente colgué el teléfono y observe estupefacto los números, mis dedos se sacudían sin control cuando decidí o mejor dicho mi alma decidió que era demasiado para soportarlo, debía haber un error, debía ser una mentira.
Hasta ese minuto no recordaba ni siquiera quien era, pero los números del teléfono de su casa parecían flotar en mi mente como pancartas iluminadas que no podía acallar. Su risa contagiosa sonaba estrepitosamente en el fondo de mi mente, de pronto los ojos de aquel día en el bosque flanquearon cualquier expectativa de felicidad.
Disque titubeante y coloque de forma automática el teléfono celular en mi oído, sentía sonar el repique que indicaba que otra persona contestaría, su sonido me pareció eterno. Hasta que de pronto sentí una voz ronca que no conocía, era diferente, él no era Charlie.
- Casa de los Swan
Magullo la voz desconocida al otro lado de la línea, su tono era bajo, ronco y grave. Tome aire y dude, por quién debía preguntar, por Bella o por Charlie, una pequeña batalla interna libre hasta que decidí que era mejor preguntar por Charlie.
- ¿Charlie Swan por favor?
Dije cortante y la voz del otro lado, se noto osca y seca.
- No esta en casa. contesto amenazante.
- ¿Dónde esta?. Demandé saber y no pude evitar que mi voz sonará ansiosa.
- Se encuentra en el funeral
Comprobé con consternación y angustia que era cierto, mi amada, inocente y dulce Bella estaba muerta. Rosalie no había mentido, por ello Alice no había querido llamarme, tenía miedo de enfrentarme, de saber que haría.
Mi mundo colapso, y no pude evitar caer al suelo derrotado, los versos de Romero y Julieta me parecieron insulsos para describir aquel sentimiento de perdida que estaba embargándome.
Tenía todo mi ser destrozado y podía jurar que estaba unido solo por el hecho que era necesario para estar vivo. Me senté en un rincón apoyando mis piernas sobre mi pecho, el hoyo causado por la noticia era tan intenso que no podía siquiera articular un pensamiento coherente.
Imágenes de Bella aquel primer día en el laboratorio desgarraban mi agonía, pero de pronto ya no las pude ver más, extrañado buscaba por toda mi mente recuerdos de ella pero ya no los tenía. No tenía ninguno que pudiera aplacar en parte aquel grito desesperado e inaudible que estaba profiriendo en aquel momento.
Desesperado comencé a hurgar entre mis recuerdos y no conseguía dar con ninguno de ella, había perdido a Bella para siempre, mi mente lo había asimilado pero mi espíritu no, y comencé a vagar en un estado de inconciencia provocada, no quería estar conciente de que Bella ya no estaba en este mundo.
Al placer violento sigue un final violento; muere en pleno fervor, como el fuego y la pólvora que se consumen al besarse. La dulce miel empalaga por su propia dulzura, y al gustarla confunde al paladar. Amaos pues con juicio. Mas durará el amor, pues quien se apresura llega tarde, tarde quien va despacio.
No pude callar en mi interior aquellas malditas palabras de aquella estupida obra, como un presagio mal indicado estaban retumbando en mi mente, como odiaba que se siguiera estudiando a Shakespeare después de tantos años. Como odiaba conocerme tan bien aquellos versos, como odiaba que fueran un triste reflejo de mi realidad.
Si se pudiera medir o contener el odio, el mío desbordaría cualquier río, incluso no podría caber en el mar, pues este sería demasiado pequeño para contener mi condena.
El terror de vivir una eternidad sin ella, comenzó a embargarme de una manera aterradora, no podría vivir en este mundo sabiendo que ella ya no vivía, que ella jamás volvería a ver el sol, que aquellos expresivos ojos color chocolates habían sido silenciados para siempre. Una cosa era permanecer lejos de ella, sabiendo que estaba bien, y otra era viviendo sin ella en este mundo tan solitario y tan mundado. Una eternidad es demasiado tiempo para pasarlo sin ella, sin el ángel que daba razón a mi existencia. Debía hacer algo, y sabía perfectamente que haría, ya había urdido el plan en una ocasión similar. Una vez más los versos de Romeo y Julieta tomarían vida, y como una macabra sinfonía serían el presagio de mi final.
Edward
Y perdí la perspectiva e incluso la visión, jamás me hubiera imaginado que podía sentirme de esa manera, un hielo recorrió mi cuerpo y mi mente, y las imágenes de Bella y la furgoneta cuando la salve volvieron a sucederse como una vieja y desgastada pelicular en mí conciencia. Mi cuerpo entero comenzó a temblar, Prométeme que no harás nada estupido, ella lo había prometido.
- ¿Cómo?
Fue lo único que pregunte sin asimilar un ápice de la noticia que mi hermana estaba dándome, no podía controlar los estremecimientos que estaba sufriendo mi corazón, era como millones de puñales clavándose directamente al centro, incluso había dejado de respirar, estaba congelado y mi mente aún estaba pasando la película de Bella. Sentí como un hoyo gigante estaba absorbiéndome, y por fracción de segundos pensé que caería al suelo derrotado.
- Edward eso que más da
Agrego en un intento vano de no causar un dolor más profundo, pero era imposible que no lo causara, todo lo concerniente a Bella de ahora en adelante me causaría un dolor inimaginable.
- ¡Cómo!
Exigí saber, no se si para tratar de autoconvencerse que no tenía la culpa o para regodearme en la pena asumiendo que era el responsable indirecto de estos eventos.
- Se arrojo de un acantilado
Contesto ella entre dientes. Y constante que yo era el autor intelectual de aquella muerte – acabe con un ángel, el infierno será poco - pensé. Estaba maldito yo la había orillado a todo esto. Y aunque no había estado detrás del gatillo, yo le había dado la pistola para que ella tomara la decisión.
Por qué, por qué, por qué, si ella era feliz. Me pregunté una y otra vez, olvidando que aún sostenía una conversación, o mejor dicho olvidado aún que Rosalie estaba frenética hablándome por la línea. No escuche nada de lo que dijo a continuación. Simplemente colgué el teléfono y observe estupefacto los números, mis dedos se sacudían sin control cuando decidí o mejor dicho mi alma decidió que era demasiado para soportarlo, debía haber un error, debía ser una mentira.
Hasta ese minuto no recordaba ni siquiera quien era, pero los números del teléfono de su casa parecían flotar en mi mente como pancartas iluminadas que no podía acallar. Su risa contagiosa sonaba estrepitosamente en el fondo de mi mente, de pronto los ojos de aquel día en el bosque flanquearon cualquier expectativa de felicidad.
Disque titubeante y coloque de forma automática el teléfono celular en mi oído, sentía sonar el repique que indicaba que otra persona contestaría, su sonido me pareció eterno. Hasta que de pronto sentí una voz ronca que no conocía, era diferente, él no era Charlie.
- Casa de los Swan
Magullo la voz desconocida al otro lado de la línea, su tono era bajo, ronco y grave. Tome aire y dude, por quién debía preguntar, por Bella o por Charlie, una pequeña batalla interna libre hasta que decidí que era mejor preguntar por Charlie.
- ¿Charlie Swan por favor?
Dije cortante y la voz del otro lado, se noto osca y seca.
- No esta en casa. contesto amenazante.
- ¿Dónde esta?. Demandé saber y no pude evitar que mi voz sonará ansiosa.
- Se encuentra en el funeral
Comprobé con consternación y angustia que era cierto, mi amada, inocente y dulce Bella estaba muerta. Rosalie no había mentido, por ello Alice no había querido llamarme, tenía miedo de enfrentarme, de saber que haría.
Mi mundo colapso, y no pude evitar caer al suelo derrotado, los versos de Romero y Julieta me parecieron insulsos para describir aquel sentimiento de perdida que estaba embargándome.
Tenía todo mi ser destrozado y podía jurar que estaba unido solo por el hecho que era necesario para estar vivo. Me senté en un rincón apoyando mis piernas sobre mi pecho, el hoyo causado por la noticia era tan intenso que no podía siquiera articular un pensamiento coherente.
Imágenes de Bella aquel primer día en el laboratorio desgarraban mi agonía, pero de pronto ya no las pude ver más, extrañado buscaba por toda mi mente recuerdos de ella pero ya no los tenía. No tenía ninguno que pudiera aplacar en parte aquel grito desesperado e inaudible que estaba profiriendo en aquel momento.
Desesperado comencé a hurgar entre mis recuerdos y no conseguía dar con ninguno de ella, había perdido a Bella para siempre, mi mente lo había asimilado pero mi espíritu no, y comencé a vagar en un estado de inconciencia provocada, no quería estar conciente de que Bella ya no estaba en este mundo.
Al placer violento sigue un final violento; muere en pleno fervor, como el fuego y la pólvora que se consumen al besarse. La dulce miel empalaga por su propia dulzura, y al gustarla confunde al paladar. Amaos pues con juicio. Mas durará el amor, pues quien se apresura llega tarde, tarde quien va despacio.
No pude callar en mi interior aquellas malditas palabras de aquella estupida obra, como un presagio mal indicado estaban retumbando en mi mente, como odiaba que se siguiera estudiando a Shakespeare después de tantos años. Como odiaba conocerme tan bien aquellos versos, como odiaba que fueran un triste reflejo de mi realidad.
Si se pudiera medir o contener el odio, el mío desbordaría cualquier río, incluso no podría caber en el mar, pues este sería demasiado pequeño para contener mi condena.
El terror de vivir una eternidad sin ella, comenzó a embargarme de una manera aterradora, no podría vivir en este mundo sabiendo que ella ya no vivía, que ella jamás volvería a ver el sol, que aquellos expresivos ojos color chocolates habían sido silenciados para siempre. Una cosa era permanecer lejos de ella, sabiendo que estaba bien, y otra era viviendo sin ella en este mundo tan solitario y tan mundado. Una eternidad es demasiado tiempo para pasarlo sin ella, sin el ángel que daba razón a mi existencia. Debía hacer algo, y sabía perfectamente que haría, ya había urdido el plan en una ocasión similar. Una vez más los versos de Romeo y Julieta tomarían vida, y como una macabra sinfonía serían el presagio de mi final.
Bella Swan- Cantidad de envíos : 3741
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Re: Mi último Aliento
Leere todo el fin de semana
Edward Cullen- Cantidad de envíos : 1400
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Re: Mi último Aliento
SHIT!!!!
quede shockeada con ese
"esta muerta"
omg
mori con tu fic!
quede shockeada con ese
"esta muerta"
omg
mori con tu fic!
Invitado- Invitado
Re: Mi último Aliento
Si? *O* entonces ahora subo otro capitulo....
Capitulo Quinto:
Edward
Sin detenerme siquiera a pensar en una posible negativa de parte de ellos, camine sin vida por los andenes del aeropuerto, todo me parecía frívolo sin ella a mi alrededor, baje raudo las escaleras que conectaban el enorme edificio con la calle y ni siquiera fui conciente que había gente esperando pacientemente su turno sino fue por la voz enojada del humano que me señalo en un perfecto italiano que él era el siguiente en aquella larga fila de vehículos.
- Hey ero primo, quello sono il mio tassì
Pero lo cierto era que no me importaba, sin voltear siquiera a mirar tome el taxi cuya puerta estaba abierta. Me quede observando pasmado e ido por los cristales de la ventana, era de noche, y era difícil avanzar entre la larga fila de vehículos estacionados en frente que impedían nuestra salida.
- Es la fiesta de San Marco
Me explico frustrado el conductor, tocando la bocina para poder pasar entre la multitud.
- Malditas fiestas… siempre se torna caótico y es imposible transitar en vehiculo.
Agrego a modo de explicación cuando vio mi ansiosamente desesperación porque no lográbamos avanzar ni un centímetro desde nuestra posición. Suspire frustrado y frote mis manos incesantemente por los pantalones tratando de guardar la calma todo el camino, una calma que quemaba por dentro y que me parecía sin sentido. De pronto el destino estaba interfiriendo con mi propósito, yo quería morir y hoy de ser posible, no quería pasar un día más sin ella. No me parecía justo estar viviendo cuando ella había acabo su existencia por mi, y esta dichosa fiesta de San Marco estaba interfiriendo con mi propósito.
Tardamos alrededor de veinte minutos en llegar a la dirección que tan bien recordaba, al bajarme del taxi supe que ellos ya sabían de mi llegada. Ver al hombre afuera del lujoso edificio abrirme la mampara de cristal, con su semblante serio y misterioso me hizo ver que había llegado al lugar correcto.
- Están esperándolo
Fue todo lo que me dijo mientras me observaba, sus ojos de un color rojo intenso denotaban su naturaleza. Era igual a mí, sólo que habíamos tomado caminos distintos. Me pregunte que talento tendría él cuando sentí su mirada penetrante en mi espalda. Los Volturi eran conocidos por tener entre sus filas solo gente interesante y útil para sus propósitos.
Con un semblante serio y un poco tosco me mostró el camino a seguir; detuvo para mí las puertas del ascensor, digito el piso sin despegarme la vista de encima, como calculando mis movimientos o esperando que yo finalmente hiciera algo, siempre en guardia, permaneció quieto e indiferente fuera del ascensor mientras las puertas se cerraban frente a sus narices.
Una vez sólo no pude evitar resoplar de impaciencia mientras veía el indicador digital de los pisos cambiar mientras avanzaba. En mi mente repasaba mi discurso, trataba de buscar las palabras justas y convenientes para que ellos me permitieran morir. Quería por sobre todas las cosas terminar de una maldita vez esta agonía que había iniciado hace ocho meses atrás cuando constate con demasiada verdad que ella jamás podría estar a mi lado, mi mundo no le convenía y lo único que había hecho, lejos de traerle felicidad era haberla puesto en peligro siempre, incluso cuando trate de hacer las cosas de forma correcta eso había significado su muerte.
Maldije al destino por hacer que ella apareciera en mi camino, maldije todas las veces que rogué en mi interior por encontrar un amor, maldije a Carlisle por no haberme permitido morir cuando se supone debía hacerlo. En cambio me había dado esta eternidad tan fatídica, tan dolorosa, y que gracias a ella había topado con el ángel más hermoso que jamás había visto. Su belleza no era solo física, Bella era especial, alguien que no se encuentra en lo común y ordinario de la vida, sólo yo podría habérmela topado en la forma en que lo hice. Nadie en su sano juicio se hubiera acercado a mi, sin embargo ella parecía atraída como un imán hacia el peligro, hacia este monstruo que finalmente cobro su vida.
Nuestro amor estaba destinado al fracaso y era imposible no sólo porque ella era humana, yo no debía haber vivido en esta época me recordaba una y otra vez, estábamos destinados a permanecer separados. Desesperadamente quería terminar con esta angustia que estaba acabando lentamente con mi existencia, ya no me importaba nada, no necesitaba vivir en este mundo si ella no estaba en el.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido que las puertas hicieron al abrirse y no me sorprendió ver a Demetri esperándome del otro lado, estaba apoyado contra la pared y su mirada fue de curiosidad. Lo saben pensé mientras nos examinábamos ambos con la mirada y agradecí que así fuera, entonces no tendría que entrar en tanto detalle tormentoso.
Suspire y cruce el umbral para encontrarme con él, quien al parecer sería el encargado de conducirme hasta ellos. Su expresión cambio de curiosidad a satisfacción, como si supiera algo que yo desconocía, no pude evitar leer en su mente el veredicto al que habían llegado incluso antes de conocer mi petición, fue entonces que constante como una realidad que tal vez no sería tan fácil después de todo. Pero no podía culparlos no era usual que alguien fuera a golpear la puerta pidiendo desesperadamente que lo matarán y supe también que ellos me consideraban interesante y demasiado atractivo por mi don, tal vez por ello eran reacios a concederme mi deseo.
De todas formas agradecí, en esta oportunidad, que yo fuera casi o incluso más tenaz que mi dulce Alice, no me iría de ahí con un no por respuesta. Tendrían que escucharme, y sino querían hacerlo por voluntad propia, siempre hay alternativas reflexioné. Pero claro no quería llegar a ese extremo prefería que fuera un acto misericordioso que una lucha encarnizada solo para dejarme morir o a justiciar a sus manos.
Caminamos en silencio, él siempre al frente, no pude evitar ver que los Volturi seguía utilizando a humanos para mantener las apariencias, apenas llegamos a un gran salón, el olor a sangre humana me golpeo como un puñal recordándome que mi Bella ya no estaba junto a mí. Su sangre no era igual a la de mi amada, pero percibir su dulzura y la tibieza que expelía su cuerpo, me hizo añorarla como un alcohólico añora el licor.
La mujer hizo un gesto con la mano y una risa chillona ante el guiño que le dio Demetri. Sin duda para ella Demetri era como un modelo salido de un catalogo de primavera. Tosí para hacerlo apresurar, no me divertía verlo desplegar encantos que solo eran para atraer presas hasta la muerte. Este me dio una mirada de suficiencia y emprendió nuevamente el rumbo, guardo silencio por todo el corto trayecto hasta la mitad del pasillo contiguo al salón donde había estado aquella mujer.
Se detuvo frente a dos grandes puertas y las abrió lentamente mientras sonreía, a esa altura su mente era demasiado insulsa para siquiera gastarme ante sus pensamientos. Solo sacudí mi cabeza cansado de que hubieran inmortales como ellos, nuestra raza era maldita comprobé mientras se abría ante mis ojos aquel enorme salón. Estaba lleno de gente y pude comprobar que todos estaban ahí para mí. Había llegado la hora de morir.
Camine apresurado y en una abrir y cerrar de ojos ya estaba frente a ellos, los tres: Aro, Cayo y Marco permanecían sentados uno al lado del otro, tanta fastuosidad me daba repulsión. Pero cuando se ha sido inmortal por tantos años se pierde la perspectiva de las cosas. Y pensar que cuando eran mortales habían sido tan comunes como cualquiera de los que paseaba por las afueras de aquel imponente edificio donde residían.
Verlos sentados como reyes me hizo dudar acerca de si había sido buena idea, someter mi petición a ellos. Por qué requería que ellos lo hicieran, por qué simplemente no tomaba el toro por las astas y terminaba de una vez con el sufrimiento angustioso de su partida. Tal vez luchaba contra mi instinto de supervivencia.
Me quede un minuto en silencio mientras ellos me miraban, examinando mis motivos sin siquiera yo haberlos dicho. Fue finalmente Aro quien se abalanzo sobre mí y me apretó dándome un abrazo.
- Edward… pero que sorpresa… ¿Cómo esta mi buen amigo Carlisle?
Me preguntó mientras se separaba de mí y me miraba expectante. En ese minuto supe que discretamente estaba tratando de leer en mi mente que era lo tan poderosamente importante para querer morir.
- Creo que no necesito responder a tu pregunta, ya lo has visto por ti mismo.
Respondí suspicaz mientras miraba al resto que permanecía expectante. Este me devolvió una mirada traviesa y nerviosa.
- ¡Por favor! como crees que haría algo así sin tu permiso Edward.
Chillo despavorido por mi insinuación, la sorpresa se dibujo en su rostro mientras volvía a su silla.
- ¿Qué es lo que podemos hacer por ti?
Interrumpió finalmente Marco visiblemente impaciente. Todos guardaron silencio y tome aire para pronunciar las palabras que tanto había ensayado mientras viajaba para acá.
- Quiero morir
Exclame tratando de parecer convincente, quise quitarle la ansiedad a mi voz, pero fue imposible a esta altura estaba desesperado por acabar con todo. El solo hecho de estar frente a ellos tratando de explicar lo que no podía ser explicado lo hacia retorcidamente pesaroso.
- Vaya… que petición más insólita, considerando que normalmente solo tenemos aquellos que suplican por mantenerla.
Comentó Cayo quien apenas podía contener la risa mirando al resto de sus hermanos, a esta altura todos los espectadores estaban acompañándolo con risotadas nerviosas. Pero la mirada temeraria de Aro a quien pareció no hacerle agracia alguna el comentario de su hermano hizo que estas se acallaran.
- ¿Por qué?
Demando saber este revolviéndose en su silla, estaba demasiado curioso y preocupado por mi comportamiento.
- No tengo por que vivir
Respondí manteniendo mi postura afligida. Permanecer ahí inmóvil era lo más difícil que jamás haya realizado, tanta explicación estaba pareciéndome innecesaria.
- ¿Quién tiene que ver con este repentino cambio de actitud?
Consultó Aro más intrigado aún por mi respuesta. Tome una bocaranada de aire para poder coordinar mi explicación. Era difícil explicarle a vampiros lazos que ellos no tenían. Si bien, permanecían en lo que podría definirse como familias, sus lazos eran de conveniencia más no de afecto. Por lo tanto, jamás podrían entender mi amor por una frágil e insulsa humana como ellos la llamarían.
- ¿Qué más da quién, o cuál es el motivo detrás de mi petición? ¿No me digan que hay escrúpulos a estas alturas del partido?
Conteste seco y nervioso. Estaba comenzando a perder la paciencia respecto a los acontecimientos. Tal vez no había sido buena idea ir a pedirlo, debí simplemente exigirlo.
- Las hay
Espeto Marco levantándose de su silla.
- ¿Qué te hace pensar que nosotros te quitaremos la vida así por qué sí? Contrario a lo que todos piensan no somos Dioses Edward.
Se defendió mirándome colérico. Y yo dude que estuviera haciendo lo correcto. Pero no tenía alternativa. Sin meditarlo ni planearlo simplemente me entregue y las palabras escaparon de mis labios.
- Por favor
Con un hilo de voz suplique y ellos me miraron sorprendidos. Aro fue el más sorprendido ante mi cambio de actitud, de haber sido arrogante y sereno a tornarme inseguro y desesperado. Debía haber un buen motivo pensó sabiendo que yo estaba leyéndole la mente en aquel instante. Relaje mi postura y por primera vez frente a otras personas que no fueran mi familia me mostré cuan frágil era. La expresión de mi rostro cambio y baje la vista enterrándola al suelo. Vi los zapatos de Aro frente a mi y tome su mano para que el pudiera leer en mi mente la motivación detrás de tan desesperada petición.
Recordé a Bella, aquel día en el laboratorio de biología, su rostro, sus ojos, su esencia. Aquel olor maravillosamente adictivo que había trastornado mi mundo. El día en que pensé que la perdería y que sin poder controlarme y sin medir las consecuencias la había salvado. El día en el claro cuando me mostré tal cual era, todas las noches que la observe dormir, un último recuerdo inundo mi mente y apreté mis ojos para tratar de acallarlo pero fue imposible aquel fatídico día de su cumpleaños cuando yo había apreciado en toda la magnitud que ella no pertenecía a mi mundo y que jamás podría hacerlo a menos que la convirtiera. Le mostré mi amor por la humana insulsa, torpe y hermosa que había cautivado mi corazón muerto durante tantos años.
- Impresionante
Balbuceo separándose de mi contacto. Y su mirada se torno lastimosa, había tanta compasión en ella que incluso albergue la posibilidad que su voto fuera a mi favor. Con un hilo de voz siguió hablando distraído mientras se acercaba a sus hermanos.
- La desolación que siente es indescriptible, simplemente abrumadora… jamás en toda mi existencia pensé que podríamos sentirnos así. Ella es realmente única Edward.
Reflexiono deteniéndose frente a Cayo quien lo miraba absorto.
- ¡Aro… ya lo hemos decidido!
Recordó con un pequeño rugido en su pecho éste a su hermano. Pero Aro levanto la vista y lo miro dudoso.
- Tal vez deberíamos reconsiderarlo. No voy a mentir, sería fascinante poder contar con el talento de Edward entre nosotros pero es demasiado monstruoso hacerlo vivir eternamente con esa condena. Tú no has visto lo que yo hermano mío.
Salí derrotado de aquel edificio, su negativa había sido implacable y aunque había rogado, la posición de Cayo era infranqueable, tanto que hacía que el resto de sus hermanos lo siguieran en la decisión. Ya una vez en la calle mi desesperación y angustia aumento, vagar por los callejones, escondiéndome de su recuerdo fue aún peor que haber muerto en ese preciso momento. Así abatido y frustrado sentado en la azotea de un viejo edificio, con el viento dándome contra el pecho, mirando absorto la plaza que se presentaba frente a mis ojos fue cuando una idea cruzo por mi mente. Si ellos no querían hacerlo por las buenas, lo harían a la fuerza. Me mostraría tal cual era, gritándole al mundo mi dolor y sería mañana, justamente en la fiesta de San Marco cuando el sol estuviera en su cenit, la ocasión perfecta para morir.
Capitulo Quinto:
Edward
Has extraído el sentido de vivir
Sin detenerme siquiera a pensar en una posible negativa de parte de ellos, camine sin vida por los andenes del aeropuerto, todo me parecía frívolo sin ella a mi alrededor, baje raudo las escaleras que conectaban el enorme edificio con la calle y ni siquiera fui conciente que había gente esperando pacientemente su turno sino fue por la voz enojada del humano que me señalo en un perfecto italiano que él era el siguiente en aquella larga fila de vehículos.
- Hey ero primo, quello sono il mio tassì
Pero lo cierto era que no me importaba, sin voltear siquiera a mirar tome el taxi cuya puerta estaba abierta. Me quede observando pasmado e ido por los cristales de la ventana, era de noche, y era difícil avanzar entre la larga fila de vehículos estacionados en frente que impedían nuestra salida.
- Es la fiesta de San Marco
Me explico frustrado el conductor, tocando la bocina para poder pasar entre la multitud.
- Malditas fiestas… siempre se torna caótico y es imposible transitar en vehiculo.
Agrego a modo de explicación cuando vio mi ansiosamente desesperación porque no lográbamos avanzar ni un centímetro desde nuestra posición. Suspire frustrado y frote mis manos incesantemente por los pantalones tratando de guardar la calma todo el camino, una calma que quemaba por dentro y que me parecía sin sentido. De pronto el destino estaba interfiriendo con mi propósito, yo quería morir y hoy de ser posible, no quería pasar un día más sin ella. No me parecía justo estar viviendo cuando ella había acabo su existencia por mi, y esta dichosa fiesta de San Marco estaba interfiriendo con mi propósito.
Tardamos alrededor de veinte minutos en llegar a la dirección que tan bien recordaba, al bajarme del taxi supe que ellos ya sabían de mi llegada. Ver al hombre afuera del lujoso edificio abrirme la mampara de cristal, con su semblante serio y misterioso me hizo ver que había llegado al lugar correcto.
- Están esperándolo
Fue todo lo que me dijo mientras me observaba, sus ojos de un color rojo intenso denotaban su naturaleza. Era igual a mí, sólo que habíamos tomado caminos distintos. Me pregunte que talento tendría él cuando sentí su mirada penetrante en mi espalda. Los Volturi eran conocidos por tener entre sus filas solo gente interesante y útil para sus propósitos.
Con un semblante serio y un poco tosco me mostró el camino a seguir; detuvo para mí las puertas del ascensor, digito el piso sin despegarme la vista de encima, como calculando mis movimientos o esperando que yo finalmente hiciera algo, siempre en guardia, permaneció quieto e indiferente fuera del ascensor mientras las puertas se cerraban frente a sus narices.
Una vez sólo no pude evitar resoplar de impaciencia mientras veía el indicador digital de los pisos cambiar mientras avanzaba. En mi mente repasaba mi discurso, trataba de buscar las palabras justas y convenientes para que ellos me permitieran morir. Quería por sobre todas las cosas terminar de una maldita vez esta agonía que había iniciado hace ocho meses atrás cuando constate con demasiada verdad que ella jamás podría estar a mi lado, mi mundo no le convenía y lo único que había hecho, lejos de traerle felicidad era haberla puesto en peligro siempre, incluso cuando trate de hacer las cosas de forma correcta eso había significado su muerte.
Maldije al destino por hacer que ella apareciera en mi camino, maldije todas las veces que rogué en mi interior por encontrar un amor, maldije a Carlisle por no haberme permitido morir cuando se supone debía hacerlo. En cambio me había dado esta eternidad tan fatídica, tan dolorosa, y que gracias a ella había topado con el ángel más hermoso que jamás había visto. Su belleza no era solo física, Bella era especial, alguien que no se encuentra en lo común y ordinario de la vida, sólo yo podría habérmela topado en la forma en que lo hice. Nadie en su sano juicio se hubiera acercado a mi, sin embargo ella parecía atraída como un imán hacia el peligro, hacia este monstruo que finalmente cobro su vida.
Nuestro amor estaba destinado al fracaso y era imposible no sólo porque ella era humana, yo no debía haber vivido en esta época me recordaba una y otra vez, estábamos destinados a permanecer separados. Desesperadamente quería terminar con esta angustia que estaba acabando lentamente con mi existencia, ya no me importaba nada, no necesitaba vivir en este mundo si ella no estaba en el.
Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido que las puertas hicieron al abrirse y no me sorprendió ver a Demetri esperándome del otro lado, estaba apoyado contra la pared y su mirada fue de curiosidad. Lo saben pensé mientras nos examinábamos ambos con la mirada y agradecí que así fuera, entonces no tendría que entrar en tanto detalle tormentoso.
Suspire y cruce el umbral para encontrarme con él, quien al parecer sería el encargado de conducirme hasta ellos. Su expresión cambio de curiosidad a satisfacción, como si supiera algo que yo desconocía, no pude evitar leer en su mente el veredicto al que habían llegado incluso antes de conocer mi petición, fue entonces que constante como una realidad que tal vez no sería tan fácil después de todo. Pero no podía culparlos no era usual que alguien fuera a golpear la puerta pidiendo desesperadamente que lo matarán y supe también que ellos me consideraban interesante y demasiado atractivo por mi don, tal vez por ello eran reacios a concederme mi deseo.
De todas formas agradecí, en esta oportunidad, que yo fuera casi o incluso más tenaz que mi dulce Alice, no me iría de ahí con un no por respuesta. Tendrían que escucharme, y sino querían hacerlo por voluntad propia, siempre hay alternativas reflexioné. Pero claro no quería llegar a ese extremo prefería que fuera un acto misericordioso que una lucha encarnizada solo para dejarme morir o a justiciar a sus manos.
Caminamos en silencio, él siempre al frente, no pude evitar ver que los Volturi seguía utilizando a humanos para mantener las apariencias, apenas llegamos a un gran salón, el olor a sangre humana me golpeo como un puñal recordándome que mi Bella ya no estaba junto a mí. Su sangre no era igual a la de mi amada, pero percibir su dulzura y la tibieza que expelía su cuerpo, me hizo añorarla como un alcohólico añora el licor.
La mujer hizo un gesto con la mano y una risa chillona ante el guiño que le dio Demetri. Sin duda para ella Demetri era como un modelo salido de un catalogo de primavera. Tosí para hacerlo apresurar, no me divertía verlo desplegar encantos que solo eran para atraer presas hasta la muerte. Este me dio una mirada de suficiencia y emprendió nuevamente el rumbo, guardo silencio por todo el corto trayecto hasta la mitad del pasillo contiguo al salón donde había estado aquella mujer.
Se detuvo frente a dos grandes puertas y las abrió lentamente mientras sonreía, a esa altura su mente era demasiado insulsa para siquiera gastarme ante sus pensamientos. Solo sacudí mi cabeza cansado de que hubieran inmortales como ellos, nuestra raza era maldita comprobé mientras se abría ante mis ojos aquel enorme salón. Estaba lleno de gente y pude comprobar que todos estaban ahí para mí. Había llegado la hora de morir.
Camine apresurado y en una abrir y cerrar de ojos ya estaba frente a ellos, los tres: Aro, Cayo y Marco permanecían sentados uno al lado del otro, tanta fastuosidad me daba repulsión. Pero cuando se ha sido inmortal por tantos años se pierde la perspectiva de las cosas. Y pensar que cuando eran mortales habían sido tan comunes como cualquiera de los que paseaba por las afueras de aquel imponente edificio donde residían.
Verlos sentados como reyes me hizo dudar acerca de si había sido buena idea, someter mi petición a ellos. Por qué requería que ellos lo hicieran, por qué simplemente no tomaba el toro por las astas y terminaba de una vez con el sufrimiento angustioso de su partida. Tal vez luchaba contra mi instinto de supervivencia.
Me quede un minuto en silencio mientras ellos me miraban, examinando mis motivos sin siquiera yo haberlos dicho. Fue finalmente Aro quien se abalanzo sobre mí y me apretó dándome un abrazo.
- Edward… pero que sorpresa… ¿Cómo esta mi buen amigo Carlisle?
Me preguntó mientras se separaba de mí y me miraba expectante. En ese minuto supe que discretamente estaba tratando de leer en mi mente que era lo tan poderosamente importante para querer morir.
- Creo que no necesito responder a tu pregunta, ya lo has visto por ti mismo.
Respondí suspicaz mientras miraba al resto que permanecía expectante. Este me devolvió una mirada traviesa y nerviosa.
- ¡Por favor! como crees que haría algo así sin tu permiso Edward.
Chillo despavorido por mi insinuación, la sorpresa se dibujo en su rostro mientras volvía a su silla.
- ¿Qué es lo que podemos hacer por ti?
Interrumpió finalmente Marco visiblemente impaciente. Todos guardaron silencio y tome aire para pronunciar las palabras que tanto había ensayado mientras viajaba para acá.
- Quiero morir
Exclame tratando de parecer convincente, quise quitarle la ansiedad a mi voz, pero fue imposible a esta altura estaba desesperado por acabar con todo. El solo hecho de estar frente a ellos tratando de explicar lo que no podía ser explicado lo hacia retorcidamente pesaroso.
- Vaya… que petición más insólita, considerando que normalmente solo tenemos aquellos que suplican por mantenerla.
Comentó Cayo quien apenas podía contener la risa mirando al resto de sus hermanos, a esta altura todos los espectadores estaban acompañándolo con risotadas nerviosas. Pero la mirada temeraria de Aro a quien pareció no hacerle agracia alguna el comentario de su hermano hizo que estas se acallaran.
- ¿Por qué?
Demando saber este revolviéndose en su silla, estaba demasiado curioso y preocupado por mi comportamiento.
- No tengo por que vivir
Respondí manteniendo mi postura afligida. Permanecer ahí inmóvil era lo más difícil que jamás haya realizado, tanta explicación estaba pareciéndome innecesaria.
- ¿Quién tiene que ver con este repentino cambio de actitud?
Consultó Aro más intrigado aún por mi respuesta. Tome una bocaranada de aire para poder coordinar mi explicación. Era difícil explicarle a vampiros lazos que ellos no tenían. Si bien, permanecían en lo que podría definirse como familias, sus lazos eran de conveniencia más no de afecto. Por lo tanto, jamás podrían entender mi amor por una frágil e insulsa humana como ellos la llamarían.
- ¿Qué más da quién, o cuál es el motivo detrás de mi petición? ¿No me digan que hay escrúpulos a estas alturas del partido?
Conteste seco y nervioso. Estaba comenzando a perder la paciencia respecto a los acontecimientos. Tal vez no había sido buena idea ir a pedirlo, debí simplemente exigirlo.
- Las hay
Espeto Marco levantándose de su silla.
- ¿Qué te hace pensar que nosotros te quitaremos la vida así por qué sí? Contrario a lo que todos piensan no somos Dioses Edward.
Se defendió mirándome colérico. Y yo dude que estuviera haciendo lo correcto. Pero no tenía alternativa. Sin meditarlo ni planearlo simplemente me entregue y las palabras escaparon de mis labios.
- Por favor
Con un hilo de voz suplique y ellos me miraron sorprendidos. Aro fue el más sorprendido ante mi cambio de actitud, de haber sido arrogante y sereno a tornarme inseguro y desesperado. Debía haber un buen motivo pensó sabiendo que yo estaba leyéndole la mente en aquel instante. Relaje mi postura y por primera vez frente a otras personas que no fueran mi familia me mostré cuan frágil era. La expresión de mi rostro cambio y baje la vista enterrándola al suelo. Vi los zapatos de Aro frente a mi y tome su mano para que el pudiera leer en mi mente la motivación detrás de tan desesperada petición.
Recordé a Bella, aquel día en el laboratorio de biología, su rostro, sus ojos, su esencia. Aquel olor maravillosamente adictivo que había trastornado mi mundo. El día en que pensé que la perdería y que sin poder controlarme y sin medir las consecuencias la había salvado. El día en el claro cuando me mostré tal cual era, todas las noches que la observe dormir, un último recuerdo inundo mi mente y apreté mis ojos para tratar de acallarlo pero fue imposible aquel fatídico día de su cumpleaños cuando yo había apreciado en toda la magnitud que ella no pertenecía a mi mundo y que jamás podría hacerlo a menos que la convirtiera. Le mostré mi amor por la humana insulsa, torpe y hermosa que había cautivado mi corazón muerto durante tantos años.
- Impresionante
Balbuceo separándose de mi contacto. Y su mirada se torno lastimosa, había tanta compasión en ella que incluso albergue la posibilidad que su voto fuera a mi favor. Con un hilo de voz siguió hablando distraído mientras se acercaba a sus hermanos.
- La desolación que siente es indescriptible, simplemente abrumadora… jamás en toda mi existencia pensé que podríamos sentirnos así. Ella es realmente única Edward.
Reflexiono deteniéndose frente a Cayo quien lo miraba absorto.
- ¡Aro… ya lo hemos decidido!
Recordó con un pequeño rugido en su pecho éste a su hermano. Pero Aro levanto la vista y lo miro dudoso.
- Tal vez deberíamos reconsiderarlo. No voy a mentir, sería fascinante poder contar con el talento de Edward entre nosotros pero es demasiado monstruoso hacerlo vivir eternamente con esa condena. Tú no has visto lo que yo hermano mío.
Salí derrotado de aquel edificio, su negativa había sido implacable y aunque había rogado, la posición de Cayo era infranqueable, tanto que hacía que el resto de sus hermanos lo siguieran en la decisión. Ya una vez en la calle mi desesperación y angustia aumento, vagar por los callejones, escondiéndome de su recuerdo fue aún peor que haber muerto en ese preciso momento. Así abatido y frustrado sentado en la azotea de un viejo edificio, con el viento dándome contra el pecho, mirando absorto la plaza que se presentaba frente a mis ojos fue cuando una idea cruzo por mi mente. Si ellos no querían hacerlo por las buenas, lo harían a la fuerza. Me mostraría tal cual era, gritándole al mundo mi dolor y sería mañana, justamente en la fiesta de San Marco cuando el sol estuviera en su cenit, la ocasión perfecta para morir.
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